Femenino Racing: El horror no se olvida

«Me impresiona que un lugar en el que pasaron tantas cosas de mierda hoy sea un sitio de memoria y de vida». Luana Muñoz dice lo que dice rodeada de compañeras que asienten con la cabeza y con el corazón. A todas les vibra cada músculo del cuerpo después de recorrer durante una hora y media El Infierno, uno de los más de 500 centros clandestinos de detención que la dictadura genocida que gobernó el país entre 1976 y 1983 instaló a lo largo y lo ancho del país para secuestrar, torturar y desaparecer a 30.000 personas. 

Sólo 1.000 metros separan al Cilindro del calabozo frente al que Paloma Fagiano, nacida recién poco antes de la crisis de 2001, constata que el mal absoluto existió y se ejerció en la Argentina, un mal absoluto y convencido de que la impunidad sería eterna. Fagiano pregunta y reflexiona para volver a preguntar y a reflexionar. Lo mismo hacen Luciana Bacci, Silvana Alfaro, Micaela Adorno, Eugenia Nardone, Milagros Otazú y Sofía D’Ambrosio, futbolistas del primer equipo de la Academia que aprovecharon la invitación de la Secretaría de Derechos Humanos de Avellaneda para construir memoria en clave celeste y blanca. 

A pocos días de cumplirse el 45º aniversario del golpe de Estado que dio inicio a la más sangrienta de todas las dictaduras nacionales, el nombre de Nilda Eloy, sobreviviente del horror y testigo fundamental en varias de las causas judiciales que pusieron tras las rejas al represor Miguel Etchecolatz, rebota con fuerza en los oídos de las jugadoras. Les cuentan su historia para ponerle rostro a lo que resulta imposible de comprender: como la celda de las mujeres era la única que estaba abierta para que los guardias pudieran abusarlas cuando quisieran, Eloy aprovechaba la posibilidad de salir cuando no la veían para juntar agua en algún zapato y ofrecérsela a compañeros que tenían días enteros sin beber. 

Antes de eso, la mañana comienza con café, medialunas y un video que reproduce la Carta Abierta a la Junta Militar que el periodista, escritor y militante Rodolfo Walsh publicó al cumplirse el primer aniversario del gobierno de facto. El cierre del texto, que retumba en la sala que supo funcionar como garage del centro clandestino de detención, despabila la modorra: “(…) sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”. Alfaro, que llegó desde Perú a finales del año pasado, se empapa de golpe en la historia trágica de la Argentina y se entera de que a Walsh lo desaparecieron al día siguiente de que la carta comenzara a circular. Alguien, además, le avisa que la esquina de Entre Ríos y San Juan, en plena Ciudad de Buenos Aires, lleva su nombre porque fue ahí donde lo capturaron.

Bacci es la encargada de imprimirle una dosis extra y necesaria de perspectiva de género al encuentro y plantea interrogantes sobre la crueldad específica recibida por las mujeres y por las disidencias. Drusila García, hincha y socia de Racing, hija del periodista partidario Pichón García y principal guía de la visita, le responde que hay mucho por investigar sobre eso y la invita a una charla que se transmitirá este viernes 12 a las 18.30 por las redes sociales de la Secretaría cuyo nombre sintetiza esta búsqueda: “La memoria no es un privilegio heterosexual”.

Antonio Spinelli, técnico y uno de los impulsores de la actividad, camina por detrás de las futbolistas junto a Marcos Ferreyra, el entrenador de arqueras. Admite estar conmovido. Frente a un periodista que se le acerca, no titubea: “Quiero que esto se transforme en una política del fútbol femenino de Racing. Nosotros pretendemos formar personas, no sólo jugadoras, y creemos que es indispensable que comprendan qué pasó en el país y qué cosas de esas que pasaron nos siguen afectando como sociedad”. 

Ya es casi mediodía, ya es pleno marzo y ya es victoria de la memoria. Una vez más, ellas lo hicieron. Una vez más.

Fotos: Paola Lara