A meter mano

Racing

Racing conocía el riesgo de poner en marcha un nuevo ciclo ante un rival rodado, con casi un semestre de trabajo continuo en campo y con virtudes que le permitieron llegar a la final de la Copa Diego Armando Maradona, el certamen anterior. Juan Antonio Pizzi no le escapó al desafío y, como lo había anticipado en la conferencia del jueves, puso una formación con ambición de ataque, dominio de pelota para la circulación y una defensa alta con la idea de recuperar de inmediato, lo más cerca del campo ajeno, para la continuidad ofensiva. La voluntad no resultó escasa, pero el fútbol sí.

Más allá de las razones atendibles de la diferencia de preparación, varias de las carencias son atribuibles a la Academia. Porque le costó la generación ya que no funcionaron Rojas, Alcaraz ni las alternativas de Miranda adelantado por el centro ni los lanzamientos largos de Sigali y Nery Domínguez; porque no hubo peso en el área local ni los volantes quebraron líneas para complementar a los puntas -algo que señaló Pizzi en la previa-, al punto de que hubo una muy baja cantidad de remates al arco. Sin aceleración para el desequilibrio individual ni pases con ventaja, la paridad, en ese contexto, dependía de la firmeza defensiva. Y en ese rubro, sólo Arias revalidó su nivel, de lo mejor del fútbol de la región.

Banfield vio qué camino le convenía y hacia allí fue. Javier Sanguinetti ha gestado una armada rocosa, sin apego a las sutilezas, pero con lucidez para hacerse fuerte gracias a un despliegue ordenado, la cobertura colectiva, el repliegue y la salida veloz por las bandas. Así detectó fisuras en la zona izquierda, la de Alexis Soto, y apostó al mano a mano con Álvarez. La tendencia del primer tiempo (Arias le tapó un mano a mano al extremo derecho) se confirmó de inmediato en el segundo tiempo, cuando al minuto, el lateral izquierdo no pudo controlar un saque de arco de Arboleda, se distrajo de la marca y perdió la posición: el 1-0 prematuro se hizo cuestra arriba, a despecho de los cambios ensayados (Melgarejo por Alcaraz, Lovera por Cvitanich, Chancalay por Rojas y Reniero por Cuadra), del vigor que aportó el ex Colón (el disparo más peligro fue suyo) y la velocidad que Lovera quiso imprimir como shock. Poco antes del cierre llegó la chapa final del 2-0, que Arias había demorado en un par de ocasiones.

Quedó, a los 5 minutos de la segunda etapa, el reclamo justificado de un penal que Nicolás Lamolina omitió groseramente (Payero, en la barrera, desvió con un brazo levantado un tiro libre de Rojas), válido por completo, pero eso no debe desviar el foco de los defectos por corregir.

Fotos: Fabián De Ciria

(Prensa Racing Club)

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