Vale por la búsqueda incansable, por la voluntad sostenida a pesar de los desajustes. Porque algo estaba claro: Racing no había sido menos que San Lorenzo y no debía irse sin nada. De hecho, el local, en la mayor parte de los 90 minutos, había optado por apretarse en su campo a la espera de una situación en ventaja con espacios. Y el 1-0 había surgido de un rechazo impreciso de Cáceres capturado por Sabella afuera del área y resuelto con un tiro exacto.
Antes y después de eso el equipo de Claudio Úbeda había asumido el clásico con la determinación de forzar el resultado, ocupando terreno ajeno y juntando jugadores con pies sensibles (más allá de la circunstancia de la derrota parcial). Ya a los cinco minutos, una maniobra preparada asoció a Licha, Fabricio Domínguez y Chancalay a la salida de un córner, que concluyó con un centro que Copetti cabeceó con destino próximo al ángulo superior izquierdo. A ese inicio promisorio le faltó continuidad, antes por defectos en ejecuciones individuales que en funcionamiento colectivo. La intención se nota: adelantar la última línea para reducir el campo hacia adelante, construir desde abajo, ya con los primeros pases, transformar a Lisandro López en eje de circulación, expandir el campo con Mena y Chancalay por izquierda y con Fabricio Domínguez (alternó como interior para romper por sorpresa) y Cáceres por la banda opuesta, rotar a Copetti y Correa en el ingreso y la salida del área rival…Todo eso se aplicó, las intenciones fueron notorias y se expusieron, pero el gol sigue costando.
Porque más allá de lo señalado, no se puede ignorar que la falta de fluidez y, sobre todo, de peso donde se deciden los partidos es un tema recurrente. Y Úbeda no dejó ensayo sin probar: adentro Rojas, Alcaraz, Cvitanich y Lovera (salieron Chancalay, Cáceres, Correa y Fabricio Domínguez). El estupendo gol de Nery, con una volea rasante en el tercer minuto de tiempo extra, acomodó mejor el resultado al desarrollo. Que sea una buena señal para el porvenir…
Fotos: Paola Lara
(Prensa Racing Club)