Otra prueba de que a Racing le cuesta vulnerar muros se dio en el primer tiempo. Banfield, desde el inicio del ciclo a cargo de Javier Sanguinetti, se ha revelado como un equipo con virtudes establecidas a partir del orden, el despliegue, el sostén físico. Y eso se puso de manifiesto a partir de los 10 minutos, al cabo de un breve lapso en el que Racing, aun con pocos ataques profundos, hizo retorceder a su rival mediante la posesión y la cadena de pases.
Cuando Banfield logró salir de su zona y pudo incomodar a Racing en 30 metros, los que van de la zona media al arco ajeno, a Racing otra vez le costó el progreso en base a a la secuencia de pases. Con Correa como referencia, pero aislado, la Academia no tuvo cómo vulnerar el repliegue de nueve hombres, en el que solo Juan Cruz quedaba delante de la línea de la pelota. Sin amplitud ni profundidad, tampoco con el pase exacto para romper ni desequilibrio mano a mano, Racing quedó con el remate externo como opción. Una vez Lovera lo hizo con un disparo que se fue cerca del palo derecho… Apenas eso y centro de Prado que Chancalay no logró definir fueron las aproximaciones que provocaron inquietud.
El segundo tiempo profundizó los problemas pese a la rotación que ensayó Úbeda (Matías Rojas por Julián López, Lisandro López por Ignacio Piatti, Benjamín Garré por Tomás Chancalay, Enzo Copetti por Javier Correa y Carlos Alcaraz por Maximiliano Lovera). No faltan intenciones de acercarse con pelota al ras ni la búsqueda con insistencia. Pero no terminan por alcanzar frente a esquemas cerrados, evidencias que se acumulan en la mayoría de los partidos en el Cilindro.
El cero propio (un gol recibido en 10 fechas) es la base desde donde crecer. Esta noche, Gastón Gómez, reemplazante de Gabriel Arias -convocado a la selección chilena- aportó para prolongar esa marca: un mano a mano frente a Álvarez y un manotazo estupendo, arriba, sobre el palo izquierdo que frustró a Galoppo fueron clave para evitar lamentos.
Fotos; Paola Lara.
(Prensa Racing Club)
