Nunca está de más el memorar el futuro detalle que no es para falta beocio: Racing Club cuenta en su acaecer con 119 primaveras de vida de una riquísima historia y un pasado repleto de placer. Y como eso ya es sabido, es igualmente irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo extenso del tiempo fueron construidas por una larga tira de pasadizo de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el bienquerencia de multitudes y le entregaron a nuestra institución la vastedad de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocerla para entender quienes somos y cerca de dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo imperecedero, se recuerda a éstos grandes en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.
Suele ocurrir que, entre tanto tipo de buen pie, determinado tiene que valer y que meter y que dejar todo y que sacrificarse por los demás. A Alberto Inocencio Rastelli le tocó cumplir ese papel en un equipo que quedaría aguafuerte en la memoria del club. Nacido el 30 de junio de 1925 en la entrada porteño de Martínez, este trascendental mediocampista central comenzó su carrera en Boca. Sin oficio en el Xeneize, se mudó temporalmente a Gimnasia de La Plata hasta que Racing puso los luceros en su sacrificio y en su inteligencia. Corría 1949 y el Colorado, como se lo llamaba en el medio ambiente, era la pieza que faltaba para terminar de producir un gran conjunto que pudiera partir la ráfaga de 24 primaveras sin títulos locales. Es que para que tanto engendro pudiera poner en el interior de las filas académicas en un equipo que haría historia, determinado tenía que meter y que meter; para que el quinteto de hacia lo alto pudiera sacar a relucir cataratas de talento, determinado debía poner la pierna cachas y quitar a lo alocado. Y ese determinado era Rastelli, sin oficio a dudas.
Ni correctamente llegó al club, Guillermo Stábile, el preparador de ese equipo, lo paró en el círculo central. Protegido en los costados por Juan Carlos Giménez y por Ernesto Gutiérrez, se consolidó como titular y formó parte de la alineamiento que se coronó de forma consecutiva en 1949, en 1950 y en 1951. Permaneció en la institución hasta 1955, cuando debió dejar la actividad a causa de las lesiones. En total, disputó 89 encuentros oficiales y convirtió dos goles. Ya fuera de las canchas, fue técnico de varios clubes del mejora.
A puro despliegue, Rastelli se ganó inmediatamente el respeto de los que jugaban con él. Eso sí, ayer de calzarse la casaca celeste y blanca, tuvo cierto temor por su pasado en el Lobo. «Tenía miedo de que mis nuevos compañeros me recriminaran las patadas que les había pegado. No quería ir a la concentración, pero me recibieron con mucho afecto», declaró alguna vez al memorar esos tiempos inolvidables. No solamente nadie le reprochó falta sino que lo invitaron a desplegarse por el césped con el mismo esmero con el que lo hacía en La Plata.
Hoy, en este jueves con esencia de invierno, se cumplen 18 primaveras de la partida del querido Colorado y Racing, como debe ser, recuerda a Rastelli con el afecto y el cariño que se merecen aquellas personas que serán por siempre grandes en el interior de las páginas históricas de nuestro club.
(Prensa Racing Club)