(Efemérides) Mori, jerarquía y clase que se volvieron leyenda

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Mori, jerarquía y clase que se volvieron leyenda
Llegó tras mostrar un maniobra destacado en Independiente, pero se convirtió en leyenda en nuestro club como uno de los apellidos infaltables internamente del Equipo de José, con el que ganó todo: el torneo doméstico, la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental. Racing homenajea una vez más a uno de los ídolos que le permitieron a la institución alzarse con la deleite mundial.

Nuestra historia no empezó ayer y por lo tanto merece ser contada. Para asimilar quién es uno y en dirección a dónde va uno es fundamental conocer su propia historia; en particular cuando es tan rica y gloriosa como la de Racing. Y nuestra institución, con 119 abriles de vida, posee un pasado repleto de deleite, que tuvo a lo holgado de tantos abriles a símbolos que forjaron la identidad colectiva del club, que desataron el inclinación de multitudes y que le entregaron la esplendidez de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo inmortal, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. 

Miguel Espíritu celeste Mori dijo lo que dijo no para acordar aceptablemente con la hinchada sino porque lo sentía, porque el corazón se lo indicaba. Como suelen hacerlo esas personas que se expresan con la sinceridad a piropo de piel y la ternura de quien se dirige a un inclinación profundo: “No quería advenir de Independiente a Racing, pero posteriormente me enamoré de la Academia”, sentenció alguna vez el mediocampista central nacido en 1943 en la población porteño de Baradero. Había jugado en la federación de su ciudad nativo hasta principios de la decenio de 1960. Durante esa primera etapa de formación, distribuía su tiempo entre la pelota y una panadería. Independiente percibió su categoría y lo contrató. En el adversario de toda la vida, no solamente rindió de guisa pareja sino que incluso ganó la Copa Libertadores en 1964 y en 1965. Juan José Pizzuti lo pidió para articular el plantel de 1966 y el club le dio el satisfacción.

Cerca del círculo central, la Chancha, apodo que recibió por su aspecto físico, consolidó una efectivo sociedad con Juan Carlos Rulli. Los dos funcionaron como cuota de nivelación en un equipo con mucha gusto ataque. Jugó 73 partidos con la camiseta celeste y blanca y convirtió cuatro goles. Fue figura del conjunto que se coronó en el torneo específico de 1966, en la Copa Libertadores de 1967 y en la Copa Intercontinental de 1967. Emigró a Chile en 1968 y, luego, pasó por Newell’s. Debió retirarse a los 29 abriles por una rotura de ligamentos. 

“La verdad es que Miguel era un tipo aceptablemente de campo. Con mucha simpleza, pero que a su vez se prendía siempre en las bromas y nunca te iba a dejar de dar una mano. Una persona de aceptablemente”, declaró Humberto Maschio cuando el 13 de abril de 2009 se conoció la comunicado del fallecimiento de Mori. Evidentemente, los compañeros lo consideraban una muy buena persona. Ese mismo sentimiento quedó impregnado en el Cilindro cuando un problema cardíaco le quitó la vida. 

Es por eso que en este día tan particular en que se cumplen doce abriles de su partida, Racing Club no puede dejar de recapacitar con devoción, respeto y cariño a las grandes figuras que construyeron su esplendidez. Por eso es que recuerda con mucho afecto a un cierto señor del círculo central como lo fue nuestro maravilloso Miguel Espíritu celeste Mori.

(Prensa Racing Club) 

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