El volante que arrancó en Infantiles, se formó en el Tita, fue campeón dos veces con el equipo de Primera y se puso la camiseta de la Selección se va al Atlético Mineiro de Brasil. Será siempre el pibe humilde, fana de la Academia y dispuesto a una sonrisa que nos llena de orgullo. ¡Éxitos, Mati! ¡Racing será tu casa toda la vida!
Está fresca pero linda la tarde del 27 de julio del 2017 en el Predio Tita. Hay mucha gente, cazatalentos, curiosos, hinchas, socios, y los que están siempre. Hay muchas facturas, mates y nenes correteando. Y hay también un partido en desarrollo. Racing e Independiente juegan los últimos minutos del penúltimo clásico de la jornada de Inferiores. El árbitro pita el final y un lapidario 0-6 desata la impotencia y el llanto contenido de los jugadores de la Academia, que igual se van aplaudidos. Y en medio del desfile de cabezas gachas hacia el vestuario local, aparece un pibe de jeans gastados y gorrita un poco más grande, que los busca en la mitad de la cancha, los abraza uno por uno, y los acompaña mientras les dice en voz alta: «La cabeza arriba, dejaron todo. Esto recién arranca». El pibe en cuestión es Matías Zaracho, una promesa Categoría 98 que hizo toda su carrera en el club desde Infantiles, y que en ese momento ya había empezado a sumar sus primeros minutos en Primera con Diego Cocca.
La anécdota pinta de cuerpo entero al “Negrito” y al proyecto que Racing impulsa en el semillero. “Ese partido fue un punto de inflexión para esa categoría 2002, la dirigía el Chango Godoy. La base de ese mismo equipo y el DT salieron campeones dos años después jugando para la Sexta división”, recuerda Diego Huerta, miembro de la Secretaria Técnica, y agrega: “Imaginate lo importante que es para un chico de 15 años que un jugador que ya debutó le hable en un momento así. Hay algunos pibes de ese equipo, como Lucas Núñez, que hoy ya se entrenan con la Primera. Ojo, no era el único que venía de esa camada, también lo hacían Musso, Lautaro, Maxi Cuadra, Chila Gómez. Eso es generar pertenencia”.
Humilde, genuino y descontracturado pero sumamente profesional a la hora de entrenar, el propio Zaracho se encargó de explicar su manera de ser en una de las primeras entrevistas que concedió como profesional: «Cuando entrenaba en el Tita, veía a los jugadores de Primera que iban y toda la gente se aceraba a saludarlos o pedirles fotos, y me imaginaba vivirlo en un futuro. Por suerte hoy me toca vivirlo y me pone contento que la gente venga a pedirme fotos o me reconozca». Martín Jiménez Guerra, periodista que cubre toda la actividad de las Inferiores de Racing en @elmetodoracing desde hace años, rememora: «No me olvido más de la sonrisa de Matías al llegar al Tita después de hacer su primer gol en Primera, contra Colón. Se sacó fotos con todo el mundo, feliz de la vida. Nunca vi a un pibe tan auténtico».
Y Cecilia Contarino, psicóloga y coordinadora de Casa Tita, suma: «Lo conozco casi desde mi primer día de trabajo. Matías es cien porciento humildad y amor por Racing. No hay nadie en el club que no lo quiera, y no por sus condiciones como futbolista, sino por sus cualidades como persona. Siempre fue un nene muy sonriente, muy feliz, y a medida que fue creciendo tuvo un excelente comportamiento. Monchi Medina fue clave en su formación. La madurez que alcanzó a pesar de su edad es un ejemplo para los más chicos, que ven en él a alguien que no olvida sus orígenes más allá de sus éxitos como profesional».
Hoy a Matías le toca cambiar de aire. Ya está en Belo Horizonte, probándose la camiseta del Atlético Mineiro, club al que llevará su talento, su profesionalismo y su sencillez. Su llegada al fútbol brasilero le cambiará la vida una vez más, pero en Racing los que lo conocen desde chico, saben que seguirá siendo el de siempre. El «Negro» de Wilde, el de la familia humilde y laburante, el hincha que se formó en el Tita, debutó en Primera, fue campeón y ya jugó en la Selección. El de los nuestros que llegó lejos, bien lejos. Pero sobre todo, Mati va a seguir siendo el que nos roba sonrisas cada vez que siga declarando cosas como esta: «Hay gente que por ahí no puede venir a la cancha, que les cuesta mucho. Y yo sé que con sonreír para una foto les puedo dar una linda alegría, y la verdad no me cuesta nada hacerlo. Por eso nunca voy a ser de esos que andan con cara de culo o que dicen que no. Es un segundo y podés hacer feliz a la gente».
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(Racing Club)