Uno de los símbolos máximos del inexplicable sentimiento racinguista hoy cumple 70 años de vida. Lugar signado por el blanco y el celeste que nos representa, no sólo supo albergar desde el día de su fundación innumerables momentos deportivos, sino que es el ícono del sentido de pertenencia, la cultura y la identidad académica. ¡Feliz cumple, Cilindro querido!
La crónica de época documentada de manera magistral por la Revista Racing era más que elocuente al respecto de una realidad impactante y que traspasaba los límites de Avellaneda: «Es la tarde del 3 de setiembre de 1950, cuando Racing hace por primera vez su aparición en el flamante field. Encabeza Méndez, seguido de Bravo, Simes y los demás muchachos. Una explosión de júbilo cubrió el perímetro del estadio», expresaban con sentida emoción las líneas escritas para el número 388 de la publicación académica por excelencia, que salió a las calles luego de una tarde que hizo historia. Y la realidad es que siete décadas luego de la mencionada fecha, el sentimiento que brota desde el Estadio Presidente Perón es exactamente el mismo que el descripto periodísticamente hace más de medio siglo durante aquel domingo de gloria: estar en el Cilindro es vivir una explosión de júbilo que no termina nunca. Una vez o mil veces. Un día, diez meses o setenta años. Nuestra casa siempre será nuestra casa. Y hoy el Coliseo está de fiesta. Como siempre.
Ni de casualidad. De ninguna manera. Ese 3 de septiembre del 50 no fue un día más. Lejos de ser una jornada de esas que rápidamente ingresan al desván del pasado, esa tarde, en la que la Academia derrotó a Vélez por 1 a 0 con un gol de goleador de Llamil Simes a los pocos minutos de haber arrancado el segundo tiempo, el Estadio Presidente Perón fue inaugurado oficialmente y eso marcó un antes y un después en la vida del club. Los miles y miles de hinchas, pintados de celeste y blanco, festejaron tener casa nueva y festejaron el triunfo y percibieron que el equipo de Guillermo Stábile se encaminaba a lograr el bicampeonato. Absolutamente todos disfrutaron de una fiesta inolvidable y se guardaron en la retina los detalles del estreno de una de las obras arquitectónicas más importantes de la historia del deporte argentino.
El 27 de marzo de 1944 se inició el proyecto de construcción. La meta de la dirigencia era que Racing dispusiera de un espacio propio y de calidad para competir a gran escala. Se nombró una comisión encargada de la adquisición del campo de deportes, y la compra de los 30 mil metros cuadrados que pertenecían a los ferrocarriles fue el paso clave en ese proceso. Se sabe que Juan Domingo Perón, presidente del país (1946-55), recomendó erigir la cancha en el barrio de Retiro. Sin embargo, las autoridades del club optaron por quedarse en Avellaneda, la ciudad en la que había nacido la institución.
La financiación de la obra comenzó a desarrollarse cuando promediaba 1946. En agosto de ese año, vio la luz el decreto que contemplaba todos los gastos del emprendimiento. Un préstamo de 3 millones de pesos por parte del Gobierno Nacional fue determinante para impulsar la gestión. Como gesto de agradecimiento, la Comisión Directiva decidió designar presidente honorario a Juan Domingo Perón y socios honorarios a Eva Duarte de Perón, a Ramón Cereijo, a Juan Atilio Bramuglia y a Miguel Miranda. Carlos Pailot, presidente de la institución, fue también el que decidió que el flamante estadio llevara el nombre del mandatario de la Argentina.
Fueron miles y miles las personas que se acercaron al cruce de las calles Alsina y Cuyo -hoy rebautizado como el Pasaje Corbatta- para asistir a una cita de lujo. El equipo no falló en el campo de juego y los hinchas tuvieron el privilegio de festejar por partida doble. El club, en síntesis, vivió una jornada imborrable. Las memorias oficiales registraron las presencias destacadas en el evento de la siguiente forma: “del ilustre presidente Juan Domingo Perón (…), de su ilustre esposa Eva Perón (…), de altas personalidades del Gobierno y del deporte, procediéndose a descubrir en el hall del Recinto de Honor un busto del General Perón, que ha de perpetuar la gratitud del club hacia el excelso gobernante y primer deportista argentino”.
Durante los últimos tiempos la institución se propuso devolverle al Cilindro esa gloria que ostentó desde el momento de aquel histórico primer partido ante Vélez, hace setenta años. Por eso en el segundo semestre de 2019 comenzó la ejecución del plan de obras más importantes desarrollado en las últimas décadas, con el objetivo progresivo de que el estadio recupere desde el plano edilicio toda la grandeza que ya de por sí posee desde que se celebró su nacimiento. Y hoy nuestra casa está de fiesta una vez más. Setenta veces de festejo. Por la emoción indescriptible que nos genera. Por lo que significa para nosotros. Por los momentos que vivimos y que viviremos allí. Porque es nuestro. Ayer, hoy y siempre. Felicidades, querido Cilindro.
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(Racing Club)