Tiene la aspereza que ya se le reconoce, esa textura poco confortable que se acomoda mejor al gusto del equipo de categoría inferior. Sudor y vigor aparecen con frecuencia en la Copa Argentina como atributos aplicables a los rivales que suelen romper pronósticos. Racing sabe bien de qué se trata… En Cördoba, en el cruce por los 16vos. de final con San Martín de Tucumán, Racing ganó 2-1 no sin esfuerzo. Ubicado en octavos, ahora espera al vencedor del cruce entre Huracán e Instituto.
Aun sin el balón prolijo y los movimientos aceitados, Racing fue más a favor de la presión alta y los recursos individuales que marcaron diferencias. El equipo de Fernando Gago le sacó renta a dos apariciones clave de Gonzalo Piovi en el primer tiempo: la primera para convertir el 1-0 con un zurdazo cruzado al tomar un rebote de un tiro libre y la segunda para cortar un avance sobre la izquierda y generar una salida rápida prolongada en Gabriel Hauche, Facundo Mura y en el remate desde la media luna de Jonatan Gómez para el 2-0. Los tucumanos, después de cada desventaja, merodearon la zona de Arias, pero en esas ocasiones no estuvieron finos (Dening definió alto, sin oposición, y Sigali despejó en la línea un tiro de Pierce).
En la segunda parte Racing, más allá de no haber cedido el control, sí ofreció algunos huecos por su zona izquierda, sobre todo porque se mantuvo la línea de tres centrales con dos laterales-volantes subidos. En ese aspecto, Piovi mantuvo su zona de influencia en la región del medio y no ajustó el retroceso. Por ahí llegó el descuento de Dening luego de un pase largo para la proyección y centro atrás de Sansotre.
Después de eso, Racing volvió a lo suyo y pudo haber recuperado la diferencia de dos a favor de la circulación propia y los espacios ajenos que San Martín de Tucumán dejó en procura de un empate que jamás llegó.
(Prensa Racing Club)