Las previsiones, aunque ciertas y de estricto cumplimiento, muchas veces superan los vaticinios. Entonces, se podía anticipar con alto margen de establecer acierto que Racing debía cargar con el peso del partido, en un clima de agobio (la sensación térmica, en campo, superó los 40°), y con Sarmiento poblando su zona. Los de Junín, pese a una formación que anunciaba audacia (Melano, Licha López y Gondou en la delantera, más Manuel García como nexo y Bettini con proyecciones por derecha), rápidamente puso como prioridad la obstrucción de los caminos a Meza.
Y Racing ejecutó como acostumbra, con el detalle de tres centrales (Avilés junto a Galván y Piovi), y la paciencia y amplitud que ya son usuales. Hubo, sí, más regulación de ritmo debido al desgaste (hubo un 81% de psoesión en el primer tiempo). Y una virtud permanente en el primer tiempo: los disparos externos para vulnerar la triple valla puesta por Sarmiento. Así llegó el 1-0, con una pelota subida con jerarquía por Galván, que encontró libre a Matías Rojas para una diagonal de la derecha al centro y un zurdazo notable al palo izquierdo.
En la segunda etapa era esperable que Racing apuntara a aprovechar los espacios que Sarmiento, urgido, dejaría por su necesidad de igualar. Con recarga ofensiva (Israel Damonte puso todo el recambio a mano), la formación de Fernando Gago se replegó para ensayar salidas veloces. Eso se dio sobre todo en el último cuarto de hora, cuando se sumaron situaciones nítidas para aumentar la diferencia (la de mayor claridad, la que Carbonero, frente a Meza, definió alto).
El regreso a la victoria era una necesidad. Y quedó satisfecha.
(Prensa Racing Club)