¡Así, Racing; siempre así! Porque la rendición no se admite ni siquiera cuando los indicios dan cuenta de que la capitulación es lo previsible e inevitable. Porque el coraje tuerce destinos firmes. Y porque el fútbol siempre aparece incluso en los momentos en que la ausencia de lucidez parece definitiva. Con esos atributos nada es imposible.
La sentencia parecía escrita al cabo de los primeros 45 minutos, en el que Central impuso condiciones, dominó en la estrategia y en los rendimientos individuales y sacó ventaja de 3-1. Fue una paradoja, porque en ese capítulo Racing cumplió el primer requisito, ese que muchas veces le cuesta por la desproporción entre ocasiones generadas y definidas, de manera inmediata: antes de los 10 minutos, con una pelota rechazada y rebotada en Alcaraz, su puso 1-0 y se sacó la urgencia de encima. Pero eso no se extendió. Porque el empate sin mucha demora -a los 18 minutos- con un centro exacto de Blanco y un cabezazo preciso de Almada puso el 1-1 y, peor aún, restableció una inquietud potenciada.
Racing, como muchas veces hace, fue a buscar a despecho de los espacios en propio campo. Y Central, que llegó con esa presunción, se sintió cómodo. La lectura que hizo Carlos Tevez, con una formación con bajas y varios pibes, se verificó en los hechos. El esquema 4-1-4-1 le salió a la perfección para explotar los espacios y vulnerar por las bandas. Por la derecha de la defensa local, el visitante desequilibró con Blanco como volante (el habitual lateral es más eficaz en rol ofensivo) más el soporte de Infantino. Y por derecha lo hizo con Buonanotte, un pibe que vuela y que tal vez represente el mejor proyecto juvenil en la Argentina.
Mura, sin la marca doblada (no lo hicieron Rojas y Gómez), tuvo muchos rivales que contener. Y de esa plataforma salieron los lanzamientos en contra ante cada pérdida: en el 2-1, Blanco le robó la bola a Gómez, corrió 30 metros y asistió a Buonanotte para una definición exqusiita. Y en el 3-1, otra vez por la misma zona, Central se juntó a un toque para una asistencia con control y pase de aire de Infantino para el cabezazo de Véliz. Demasiado para 45 minutos…
Y demasiado para el corazón lo que llegaría después. No se puede alcanzar la redención sólo con alma y espíritu. Eso Racing lo garantizó rápidamente en la reanudación. Pero para tirar a la basura una frustración mayor como la que generó esa primera parte es indispensable el auxilio del fútbol. ¿Templanza? Por supuesto, porque a partir de la voluntad Racing redujo a Central a una expresión mínina y jamás volvió a conceder campo y a perder las pelotas divididas. Y con el fútbol vulneró de una manera similar a la que habían expuesto los rosarinos. Como ante Unión, Gago metió mano con acierto: Carbonero ganó los mano a mano y Vecchio otorgó pelota limpia y profunda. Racing también sabe de ráfagas: en dos minutos, entre los 20 y 22, logró el 3-3 con la asistencia de Oroz -otro relevo a tope- a Vecchio y con el cabezazo de Romero a centro de Vecchio.
La conformidad no ingresa en el repertorio. Racing podría haber saldado la cuenta con la igualdad. Sin embargo, la épica no entiende de aritmética. Otro pase exacto de Oroz terminó en el anticipo de cabeza de Moreno para el 4-3 y la incredulidad quedó desterrada.
Así, Racing, no hay límite ni freno…
Foto: Paola Lara.
(Prensa Racing Club)