Racing Club: En el bronce permanente

Racing

Reinaldo Merlo sabe que, desde aquel 27 de diciembre de 2001, ya nada fue igual. ¿Acaso podría haber sido de otro modo para quien cambió la historia contemporánea de Racing? Para Mostaza fue un momento de quiebre, que modificó su vida con efectos que aún perduran. «Como entrenador, antes y después pasé por varios clubes. Sin dudas, ese éxito con Racing hizo que todo fuera diferente en mi vida. Puedo decir que, desde entonces, todo fue especial. Y no tengo dudas: mi vida cambió porque me tocó estar en ese lugar especial, el de ser el entrenador que lograra el campeonato con Racing luego de 35 años. Es imborrable».

Para el DT que inauguró la era de la estatua como tributo a los ídolos deportivos, «el compromiso, la entrega y voluntad de los jugadores fueron claves. Pero también, el buen pie. Porque se puede hacer una campaña como aquella sin buenos futbolistas. Trabajamos mucho y no fue fácil porque debimos ensamblar una cantidad importante de jugadores. Un conflicto de AFA con Agremiados postergó el inicio y eso nos vino bien para sumar días de entrenamiento. Cuando arrancamos, el equipo enseguida agarró la idea y la manera que buscábamos. Tuvimos un rendimiento bárbaro, con picos altos, como ante San Lorenzo, Colón, Gimnasia, Estudiantes…. Y sólo perdimos un partido con el Boca de Bianchi con un Riquelme tremendo”.

Reinaldo Carlos Merlo se emociona con la gratitud permanente: “La gente de Racing nunca de deja de darme su cariño y de agradecerme por eso que fue histórico. Ese equipo logró algo que parecía imposible y que estará siempre en el recuerdo de todos, por su significado, por lo que transmitía y, también, por una situación en el país que hace imposible olvidarlo”.

Claudio Úbeda, capitán y referente, sabe que hay mucho más que un valor simbólico en la conmemoración que, hoy, se anota con dos décadas. «Ese 27 de diciembre nos cambió la vida a todos los que tuvimos la suerte de poder ser protagonistas, en un contexto -además- de una gran crisis política y social en la Argentina. Me quedan recuerdos imborrables de aquellos momentos, siempre los menciono cuando llega esta fecha… Ver la Autopista 25 de Mayo reventada de autos de los dos lados del peaje, porque estaban los que iban a cancha de Vélez y los que iban al Cilindro a ver el partido en pantalla gigante, el momento en que paramos y la gente se bajó de los autos para alentarnos; me acuerdo de mi viejo y mi suegro en la cancha, del cabezazo del Flaco Loeschbor para el 1-0, los ocho minutos finales cuando Vélez nos empató, el festejo eterno, porque será eterno en nuestra memoria. Y cuando la memoria se abre aparecen también la victoria contra Estudiantes en La Plata, cuando dimos vuelta un 0-2, el empate con River que nos dejó a la puerta del campeonato, las palabras de Mostaza luego del 0-0 con Banfield, cuando dejó el ‘paso a paso’ y dijo que íbamos a salir campeones”, enumera con minuciosidad.

Para el Sifón “éramos un grupo de guerreros en el que tal vez no sobraba lujos, pero estábamos decididos a salir campeones para romper la racha de 35 años sin títulos locales y quedar en la historia del club. Y así fue y por eso forjamos una relación que, hoy en día, la mayoría mantenemos. Eso es algo hermoso… Siento un orgullo permanente por haber sido el capitán de ese equipo. Y qué decir de Mostaza, que fue nuestro técnico, nuestro emblema, el que descomprimía la presión que crecía a medida que avanzaba el torneo, el que nos protegía y nos cuidaba. El trabajo en equipo se vio reflejado en el resultado final”.

Carlos Arano, del riñon del club, lleva la marca indeleble. «Para mí, como pibe formado en Racing e hincha fanático, no habrá un momento como aquel 27 de diciembre. Estuve en todos los partidos, integré un grupo humano fantástico, con jugadores de mucho carácter, talento y compromiso. Y con un técnico como Mostaza, que me dejó enseñanzas para la vida. Haber quebrado la racha de 35 años sin títulos locales fue un logro que cambió la historia moderna de la institución, sin duda. Y tuve la suerte de haber estado ahí», admite Chiche.

José Chatruc, con aporte goleador e influencia determinante en muchos de aquellos 19 juegos, comparte la opinión global porque fue uno de los hechos más importantes de este nuevo siglo por todos los elementos que le dieron contexto para hacerlo inolvidable. Y Pepe los apunta: «el significado que tuvo para el fútbol argentino que Racing volviera a dar una vuelta olímpica en el ámbito local; el cambio que el club experimentó; el entorno social y político que le agregó una carga emocional insoslayable, y la impronta que dejó el equipo, con el paso a paso de Mostaza y su figura». Chatruc guarda la consagración como el episodio que siempre lo acompañará. «El equipo tuvo un nivel constante y yo pude alcanzar una de las etapas de mejor rendimiento individual. Se dio todo para que la campaña terminara con gloria».

Otro que quedó grabado a fuego en la memoria colectiva racinguista tras lo hecho a lo largo de aquel certamen fue Rafael Maceratesi. El santafesino que había llegado al club para vestir la camiseta académica en un equipo que se armó para el título, se ganó un lugar destacado en base a goles fundamentales en momentos que resultaron ser claves en el camino hacia la consagración. «Lo primero que se me viene a la cabeza cada vez que me acuerdo de ese campeonato es a la gente de Racing», menciona como referencia central quien retornó a la institución durante este 2021 como ayudante de campo del DT Juan Antonio Pizzi. «Fue un semestre intenso y nos fuimos consolidando en los últimos partidos. Y en cada uno de los juegos finales rumbo a la definición se daba la misma escena: el colectivo yendo hacia el Cilindro a paso de hombre, la gente llorando y pidiéndonos que pudiéramos dar esos pasos que nos faltaban para poder cumplir el objetivo que finalmente logramos», evoca el Rafa antes de destacar algo central desde su perspectiva para la consagración: «A lo mejor no tuvimos un equipo tan vistoso desde el juego, pero sí contamos con un plantel de hombres y de buenos compañeros, porque se formó un grupo sólido y unido. Creo que eso fue fundamental para poder lograr lo que logramos».

Y para Gustavo Barros Schelotto este 27 de diciembre tampoco es una fecha que pasa desapercibida dentro de su almanaque. En especial, 20 años después de una gesta histórica en la que él tuvo un papel preponderante. Con un recordado tanto frente a Huracán y en especial como una pieza destacada dentro del sólido andamiaje del mediocampo, el mellizo que vistió siempre con bravura la casaca de la Acadé rememora con emoción al respecto de lo que sucedió. «La verdad es que el recuerdo que tengo es imborrable, porque además de lo que pasó adentro de la cancha uno no puede dejar de observar que en el medio de todo este logro tan importante para el club, el país vivía una de las crisis institucionales más importantes que nos había tocado pasar. Y entre tanta tristeza hubo algo que le pudimos dar a la gente para que al menos pudiera sonreír», evoca con sentimiento el actual entrenador antes de destacar una visión personal con respecto a un punto de partida desde ese diciembre del 2001. «Siento que a partir de ese logro el club pudo empezar a cambiar. Creo que fue un buen puntapié para que los jugadores, entrenadores y dirigentes que estuvieron luego de nosotros en los años posteriores no tuvieran que cargar con ese peso que significaba el hecho de no haber salido campeones con el club», explica Gustavo antes de guardar una última mención para la hinchada que hasta el día de hoy lo reconoce por lo hecho en ese imborrable año. «Lo que tengo muy presente de Racing hasta el día de hoy es a su gente. Cada vez que me ha tocado ir a la cancha como jugador o como técnico rival he sentido el cariño de todo el mundo de una manera muy grande: desde los empleados del estadio hasta de los hinchas, en especial. Y mi agradecimiento hacia todos ellos también va a ser por siempre», cierra con una sentida emoción que no le permite agregar nada más. Todo está dicho.    

(Prensa Racing Club)