Paciencia, esa fue la clave. Paciencia para conservar la calma y el apego a la estrategia ya reconocida, para seguir moviendo la pelota hasta la aparición del hueco y el rompimiento hacia ese espacio vacío, para sobreponerse a dos situaciones nítidas en menos de un cuarto de hora…
Racing sigue aprendiendo en cada partido y las lecciones las aplica de inmediato. Esas dos ocasiones que no pudo aprovechar Tomás Chancaly (la primera, al minuto, con un recobre y asistencia de Copetti que definió de primera para la tapada de Cabezudo; la segunda, con un zurdazo que rebotó en el palo derecho luego de un centro de Insúa) reforzaron la idea con la que llegó Melgar: agruparse en el bloque bajo para apostar al lanzamiento largo para Cuesta, punta con capacidad para autobastecerse. Y Racing no se apuró ni siquiera cuando la expulsión de Chila Gómez (frenó con infracción como último recurso) llevaba a suponer que la superioridad numérica gracias a la circulación sería en extremo difícil. Sin embargo, el 1-0 procedió de cadena de pases, con Enzo Copetti, Leonel Miranda -los dos jugaron a un toque- y el posterior desenlace de Chanca, con diagonal y zurdazo.
También Racing supo cómo acomodarse a las circunstancias del desgaste, multiplicado por la baja en función de la tarjeta roja, y a la necesidad de cerrar espacios en terreno propio. Salvo un lapso en el inicio del segundo tiempo en el que Melgar pudo jugar a espaldas de Facundo Mura y de Nery Domínguez, Racing se protegió con despliegue y capturando la pelota para que pasara por pies sensibles, como los de Lolo Miranda o Charly Alcaraz.
Racing juega y también se multiplica en el esfuerzo cuando el contexto se lo exige. Por eso la clasificación a octavos de final de la Copa Sudamericana le quedó a mano, a tiro de empate en la fecha final.
Fotos: Paola Lara.
(Prensa Racing Club)