Con el juego que lo distingue, con la pelota lisa y movida en acumulación de pases, con movimientos a lo ancho y en profundidad y con ajustes para evitar el pelotazo a Wanchope Ábila, único recursos ofensivo expuesto por Colón. Y también con paciencia, porque la ventaja debió haber llegado mucho antes de los 19 minutos del segundo tiempo. Antes del 1-0, con el toque de zurda de Carbonero luego de una asistencia exacta y larga de Piovi, Racing había ejercido control y acumulado ataques en cantidad suficiente en proporción de 5 a 1.
Con el vaivén, la cadencia y el cambio de ritmo oportuno, el equipo de Fernando Gago pudo haber convertido con remates de Miranda, Rojas (tres) y Vecchio. Y ya sin zozobras por los pelotazos a Ábila (Cólon apenas había registrado una avance profundo que Pillud cerró a tiempo). No lo pudo conseguir en el primer tiempo y, en la reanudación, Racing fue por lo mismo. No ofreció grietas, corrigió sin demoras la distancia en la salida entre zonas -había mucha distancia entre las líneas y eso llevaba al pelotazo- y siguió generando evidencias de que el 0-0 no se adecuaba al desarrollo.
Y Piovi apareció, inmenso -de lo mejor en los 90 minutos- para cortar un avance, meter un pase-gol de 40 metros para Carbonero, que fue y fue para salir gritando el 1-0. Enseguida, a los 22, Rojas lanzó un córner desde la derecha y Piovi se renovó como asistidor con un cabezazo en el primer palo que Copetti empujó a la red en el segundo. La diferencia se quedó corta porque la tendencia no se modificó, salvo por las dos únicas llegadas a fondo de Colón cuando el partido se despedía (Ábila no acertó en un cara a cara con Arias y luego el arquero frustró una volea de Taborda a corta distancia).
Racing, a dos fechas del cierre, no cede en su ambición de título. Más allá del desenlace, una certeza no se altera: el juego le sale con brillo.
Foto: Rodrigo Valle.
(Prensa Racing Club)