Ohaco, un sinónimo de La Academia | Racing Club

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Fue uno de los artífices de que el club fuera distinguido de manera unánime como un exponente académico de fútbol en sus primeros años de gloria. Figura, goleador y referente de los distintos equipos que integró, consiguió nada más y nada menos que 20 títulos en Racing para ser hasta el día de la fecha el jugador más ganador de nuestra historia. Sin dudas consiguió erigirse como uno de los grandes ídolos de todos los tiempos y hoy la instución lo recuerda de nuevo con emoción y respeto.

La afirmación resulta tan obvia como ineludible cuando se hace referencia hacia un pasado como el nuestro: Racing Club cuenta en su haber con 117 años de vida de una riquísima historia repleta de gloria. Y como eso ya es sabido, es también irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo largo del tiempo fueron construidas por una larga lista de galería de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el amor de multitudes y le entregaron a nuestra institución la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocer la historia para saber quienes somos y hacia dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.

Alberto Bernardino Ohaco, nacido bien cerca del Cilindro el 20 de mayo de 1889, se acostumbró desde chiquito a la grandeza y nunca dejó de levantar trofeos mientras duró su exitosa carrera como jugador. Talentoso como pocos, goleador como casi ninguno, crack de los que dejaron huella, se cansó de llevar a Racing a la gloria una y otra vez. Su nombre quedó grabado para siempre en la memoria de la institución porque su jerarquía fue fundamental para que el cuadro de Avellaneda se transformara en el mejor equipo del país durante la época amateur. 

Nada más y nada menos que testigo de la fundación del club, comenzó a jugar con la casaca celeste y blanca a los 16 años. En 1906, ya formaba parte de la Tercera Liga en el Racing B y, de a poco, fue avanzando de etapas. Hizo goles en todos los campeonatos y eso lo puso en consideración de los entrenadores. Estuvo en el ascenso a la máxima categoría en 1910 y, a partir de ese momento, pasó a ser un indiscutido. Y su carrera vestido de blanco y de celeste se resume a un solo y genial concepto: ganar, ganar y ganar. Una alegría detrás de otra para Racing Club y para Ohaco. En total, logró 20 títulos oficiales y se transformó hasta el día de la fecha en el jugador más ganador de nuestra historia: ocho torneos de Primera División (1913, 1914, 1915, 1916, 1917, 1918, 1919 y 1921), cuatro copas de Honor Municipalidad de Buenos Aires (1912, 1913, 1915 y 1917), cinco copas Dr. Carlos Ibarguren (1913, 1914, 1916, 1917 y 1918), una copa de Honor Cousenier (1913) y dos copas Dr. Ricardo Aldao (1917 y 1918). 

Como si estos pergaminos fueran poco para la inmensa figura que ya había construido con la camiseta académica, su destacada como artillero lo hizo trascender Avellaneda. Fue así que se erigió como el máximo goleador del fútbol argentino en 1912, en 1913, en 1914 y en 1915. Los registros históricos sostienen que convirtió 244 tantos para la Academia. Su impactante rendimiento lo llevó a la Selección y con el conjunto nacional salió subcampeón de los Campeonatos Sudamericanos de 1916 y de 1917. Al ser una gran referencia de este deporte en el país, recibió más de un centenar de distinciones que pusieron de manifiesto su importancia en el desarrollo del fútbol durante las primeras décadas del siglo XX. 

El 3 de enero de 1950, a los 60 años, Ohaco falleció dejando una profunda tristeza en el pueblo académico.  Algunas décadas antes de su partida física y ya alejado del club de sus amores, le había mencionado con sentida nostalgia en una entrevista a la Revista El Gráfico el significado que para él había tenido Racing en su vida. «Nunca experimenté una gran alegría ni una gran pena. Fui lo que el destino quiso y mi match con la vida fue siempre amistoso y de juego sereno. Soñé en el momento de soñar… Lo único que me provoca un poco de tristeza es saber que ya tengo cuarenta años y que no volveré a jugar en aquel Racing; ni puede volver aquel Racing», mencionaba con emoción quien terminó por destacarse como una de las grandes figuras de toda nuestra historia. Por eso hoy se recuerda de nuevo su legendaria figura para entender de donde viene la grandeza futbolística que esta institución ostentará por siempre.

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(Racing Club)