Hoy se cumple el segundo aniversario del ascenso a la Primera División del fútbol femenino. Y a dos años de esa gesta deportiva histórica para el club, aparece el recuerdo de quienes celebraron aquella jornada y aún siguen en Racing, como también de aquellas mujeres que dejaron inmortalizados sus apellidos para siempre en las gloriosas páginas de Racing. Todas fueron, son y serán campeonas. Y el recuerdo será tan eterno como el agradecimiento.
¿Quién dijo que sólo escriben la historia las personas que ganan? ¿En qué se basa esa afirmación ya vetusta que busca relegar las hazañas solo para aquella gente que se impone en lo que hace desde el resultado favorable? Esos tiempos ya quedaron en el pasado. O están en vías de hacerlo. Y mientras ese proceso sucede, en este caso hay un buen ejemplo que sirve para graficar la afirmación de que a veces se gana aún perdiendo. Porque aunque la estadística dictamine que frente a Real Pilar el equipo femenino de Racing perdió su partido, el premio conseguido por el grupo sin dudas fue mucho mayor al que ofrecía un resultado deportivo. No se festejó una derrota sino un triunfo mayúsculo. Es que la historia la escriben los seres humanos que viven y luchan para hacer historia. Esos que militan desde los hechos y las palabras para llevar a la acción aquello en lo que creen. Ese resulta ser siempre su mayor triunfo. Y hace dos años las mujeres que representaron al fútbol de la institución adentro de una cancha hicieron historia. Ganaron aunque hayan perdido.
El pitazo final se escucha entremedio de gritos, cánticos y bombos que no paran de sonar desde las tribunas. En la cancha de Real Pilar hace frío. Realmente hace frío. Pero el agua nieve que hace tiritar y cala hasta los huesos no es tan efectivo como para detener a la marea humana que se acaba de gestar en el centro del campo. No le hace ni cosquillas siquiera. Las remeras académicas vuelan por el aire y las jugadoras visten otras con el mismo orgullo con el que se acaban de sacar la pilcha oficial con la que perdieron por 1-0 ante el local. Y es que más allá de la derrota, el 2 a 0 favorable de la ida en el Predio Tita les permitía ser de Primera. “Nosotras comenzamos A escribir la historia”, se lee en las casacas que se mueven alrededor de todo el lugar. Y es que en medio de los abrazos, las sonrisas y las lágrimas que se multiplican, la alegría se hace inexplicable pero cabe justamente en una sola frase. Entra justamente en esa frase. Las mujeres que habían representado a Racing a lo largo del torneo de la Segunda División, en la vuelta oficial del club a la actividad, acababan de ganarse en base al trabajo, el sacrificio y su fútbol un lugar en la historia grande de la institución. Por eso los puños que se erigen al aire con la misma potencia con la que los gritos se esbozan al mirar hacia el cielo tienen ese poder del triunfo. Tiene el sabor de una victoria amparada al abrigo de una construcción originada en el seno de la convicción colectiva, que de tan grande que resulta ser no cabe en las palmas de todas esas manos juntas.
“Uffff…que lindo todo…ponerme a pensar en eso. Poder recordar esto que fue, es y será tan hermoso para todas nosotras. Representa emoción y satisfacción, junto a muchos otros sentimientos”, dice con la voz repleta de imágenes vivas Florencia Romero, la capitana y símbolo del equipo tanto en el fútbol como en su lucha. Antonio Spinelli, técnico y artífice del plantel desde el día cero, no se queda atrás al rememorar aquella vivencia eterna y que aún hoy parece increíble: “En ese momento no caí mucho en la cuenta de que estábamos haciendo historia. Lo sentí internamente, pero creo que cuando sonó el pitazo final ni nosotros ni las jugadoras nos habíamos percatado de eso. Comenzamos a tomar conciencia con el paso del tiempo”. Y Estefanía Piazza, la goleadora en ese entonces y baluarte actual de la actividad, no deja lugar a segundas interpretaciones en su sentimiento. Ayer, hoy y siempre el Racing formado por ese grupo humano hizo historia. Y no podría haber sucedido de un modo diferente. “Las intérpretes tenían que ser esas. No podía ser de otra manera. Creo que cuando una se detiene un poco y se pone a ver todo lo que se logró no sólo con ese título, sino desde el primer día en que llegamos al Predio Tita hasta este presente, todo resulta muy grosso”, dice convencida de lo que dice. Y después de escucharla no queda ninguna duda al respecto. Ese grupo de mujeres hizo historia dentro del fútbol académico.
El trayecto para llegar a los metros decisivos del camino no había resultado ser para nada sencillo. Con idas y vueltas desde el juego, el ascenso a la máxima categoría tendría sus dificultades. Pero estas mujeres estaba llamadas a registrar su gesta por siempre en el libro más glorioso de los logros deportivos de la institución. Y así lo hicieron en una final dificilísima , ante un rival que estuvo cerca de arrebatarles el sueño. Por eso fue que tras el cierre del partido tanto las jugadoras como su grupo de trabajo tocaron el cielo con las manos. “Fue emocionante ver las caras de alegría de las chicas y sus lágrimas de emoción. La verdad, fue algo que costó muchísimo. Y creo que fue el primer cimiento que logramos construir para sostener la estructura de este proyecto deportivo que hoy ya lleva tres años y medio. Son pocas las personas que hoy por hoy han quedado desde aquel proceso en el plantel. Pero desde mi corazón el recuerdo y la gratitud están para con todas ellas, porque fueron las artífices de esta gesta”, evoca con emoción el Tano al pensar en lo conseguido por sus dirigidas como un logro que se mantiene perpetuo y que trasciende los límites de lo dictaminado adentro de una cancha. Pepi Piazza suscribe a éstos dichos y da a entender que a pesar de que a la distancia se analice el suceso de la consecuencia, no fue una tarea sencilla de lograr. “Creo que no fue fácil. Y no llegamos al ascenso directo porque fue todo un proceso. Éramos un equipo que mezclaba mucha experiencia y también mucha inmadurez desde lo emocional, lo evolutivo y lo socio-afectivo. Ante algunas dificultades que se nos plantearon nos costó sacar las cosas adelante y eso nos hizo perder muchos puntos. Y en realidad terminamos ascendiendo de una manera cargada de bastante emocionalidad, porque fue una final contra otro rival al que tomábamos casi como un clásico en ese momento como lo fue Real Pilar, que siempre fue un equipo muy lindo para enfrentar”, dice quien terminara como la máxima artillera racinguista de la campaña. Y otra compañera suya de batallas a través de los años con la misma camiseta como lo es Flor Romero no elude la responsabilidad de sentirse tan honrada como responsable de algo que será recordado a lo largo de los años: “Fue muy emocionante compartir el sacrificio que todo el grupo hizo y que se vio materializado en ese ascenso. Como también lo fue el hecho de crecer, tanto con la actividad, como con el club. Me lo pongo a pensar y es algo muy fuerte todo lo vivido. El poder estar desde el minuto cero en esta nueva etapa de Racing junto al fútbol femenino, ascender, estar en el primer torneo en la A y también después estar en el primer equipo semi-profesional de la historia. Todo resulta una cadena de emociones en lo colectivo y lo personal”.
El ascenso del equipo femenino a la Primera marcó todo un hito en la historia de la institución. Y al cumplirse hoy el segundo aniversario de algo que ya ha sucedido en un tiempo pasado, sería sencillo caer en el facilismo de relacionar el triunfo con la figura de quienes integraron la mencionada epopeya y aún están presentes en Racing, obviando de ese modo la mención de toda la gente que ya no está pero que igualmente dejó para siempre su huella grabada a fuego tras ese grito de campeonato. Pero si hay un logro conseguido por estas mujeres que merece ser resaltado y que se mantendrá tan inalterable como el título formal del ascenso, es el haber demostrado que los logros deportivos construidos en base a una lucha colectiva no son una cuestión de género, sino de capacidad, de talento y de amor propio. Y ese fue un mérito de todas. “En un momento el ascenso pareció adverso. Pero fue ahí cuando aparecieron las figuras individuales que potenciaron a todo el grupo. Todas terminaron contribuyendo y aportaron su granito de arena para lograr lo que tanto ansiábamos”, explica el entrenador para dejar en claro que cada jugadora dejó un sello de iguales características en el plantel. “Siento que no fue casualidad que ese grupo haya tenido que pasar por muchas situaciones de tristezas, alegrías, triunfos y derrotas. Fue un plantel hermoso y me dejó a muchas compañeras, que aunque hoy ya no formen parte de este Racing actual, me enseñaron muchísimo. Tenían algo que a mí me hacía confiar en ellas y darle libertad a nuestro juego”, afirma con una felicidad expresada en sus dichos Piazza, cuando piensa tanto en las que siguen como en las que ya no están. Pero aquellas que hoy ya no forman parte no pierden el mérito en lo más mínimo. Se lo han ganado y el haber escrito su nombre entre la gloria racinguista es algo que nadie podrá sacarles. Por eso Mariana Laviña, una de las históricas que en el presente ya no está, no puede dejar de emocionarse: “El ascenso fue de las cosas que más felicidad me dieron. Esa sensación que me corría por el cuerpo cuando pasaban los minutos y estábamos a nada de festejar la sigo sintiendo hasta hoy. No sé ni cómo explicarlo”, dice la hincha del club que hasta el día de hoy sigue vibrando con el equipo. Y otra que ama a la Academia y que a pesar de no seguir en el equipo sabe que dejó una huella imborrable es Marlene Verdura. “Con un grupo que se formó en menos de un año logramos ascender, lo cual era algo impensado. Pero nuestra confianza y la actitud les ganaron a cualquier pronóstico. Además, sé que tuvimos un plus: más allá de los buenos y los malos momentos que vivimos, todas fuimos felices”, dice otra fana académica que pudo cumplir el sueño de festejar con sus colores.
“Racing fue más que todo porque un grupo de chicas, en tiempos en los que las chicas empujan al país y al planeta por la senda de la justicia, decidió que valía la pena esforzarse para ser de Primera”, afirma la crónica oficial del club datada del siete de julio de 2018, casi como un principio de acción multiplicadora. Y a pesar de que la historia se escriba a diario, no caben dudas de que una página sin precedentes para el fútbol de Racing se registró esa tarde en Pilar. Por eso cada vez que las mujeres que representen al club se pongan su camiseta para salir a jugar y luego pisen el campo de juego, seguro será difícil que antes no suban su mirada y levanten el puño bien en alto mientras miran hacia el cielo blanco y celeste.
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(Racing Club)