Para Racing, el derecho al juego que le asiste a la niñez no es un asunto menor. El caso de Paula Bolaño, la nena de 10 años que juega en Cañuelas pero a quien la Liga de Buenos Aires (una competencia ajena a la AFA) no le permite participar en su torneo infantil, fue el primer motor para activar la reacción inmediata de solidaridad. Como ya sucediera con la restricción sufrida por Emma Rodríguez en la Liga regional de Carlos Casares, el Departamento de Fútbol Femenino de la institución, a cargo de Daniel García -miembro de Comisión Directiva- se puso a disposición de Paula y su familia con un propósito específico: invitarlas al Predio Tita para que pudieran ver un entrenamiento del plantel superior, compartir un espacio con las futbolistas y, por supuesto, amplificar el caso en defensa del pleno ejercicio de los derechos que atañen a la infancia.
Gabriela y Leonardo, madre y padre de Paula, dieron los detalles, ya difundidos en diversos espacios de noticias. «Paula siempre hizo deportes. Practicaba formalmente hockey sobre césped hasta que se enamoró del fútbol. En Cañuelas, el club de la zona donde vivimos, nunca hubo problemas para que pudiera jugar; al contrario, la institución y sus compañeros del equipo la integraron de inmediato. El problema surgió cuando la Liga de Buenos Aires, el espacio donde compite en la categoría infantil de 10 años, decidió quitarle los puntos a Cañuelas en los 14 partidos en los que Paula había jugado. La Liga argumentó que lo hizo por la protesta de los otros clubes y porque sólo a partir de los 12 años está contemplado el fútbol femenino, pero no en equipos mixtos. Pese a los reclamos de Cañuelas y de la contención de sus compañeros, con pleno apoyo a Paula, la Liga se mantuvo en su negativa. Ni siquiera la modificaron con la intervención de las autoridades del Municipio y del Gobierno Provincial a favor del derecho de Paula. Ya ni siquiera responden mails ni llamados telefónicos», señala Paula. Leonardo refuerza con el llamado de la herencia: «En casa es natural hablar de fútbol. Yo jugué en Inferiores de Cañuelas, Bruno, nuestro hijo mayor, está en Novena y fue una inspiración para Paula, porque siempre lo acompañó», dice.
Paula fue la primera ficha de este dominó perverso que, en su caída, arrastró a su amiga Agostina Argüello, otra futbolista que empezó a participar en la Liga en la fecha siguiente a la primera sanción aplicada. Agostina también concurrió al Predio para tirar paredes con Luana Muñoz, Rocío Bueno y Milagros Menéndez, tres referentes que en representación del plantel hicieron de anfitrionas junto a Daniel García, para quien «Racing no puede estar ajeno a esto, porque así entendemos el club: un lugar donde el fútbol es un punto de partida hacia diversas cuestiones que nos importan como comunidad»
Paula es fana del equipo femenino de Cañuelas -compite en Primera C de AFA-, y «también de Messi», le cuenta a la web oficial y revela que «me gusta jugar de 9, pero también puedo hacerlo de 7». Aparece la pelota y Rocío Bueno, una experta con la 9 en el dorsal, le lanza los desafíos, a los que se suma sin demora Mili Menéndez: la bola al pie para sumar toques en el clásico «jueguito», toques, gambetas y remates. La felicidad de Paula es radiante -también la de Agostina- e ilumina el Tita cuando aparece el regalo de la camiseta con nombre estampado.
Luana le anticipa: «Mirá que te vamos a ir a buscar para que vengas a Racing, eh…». Y Paula se vuelve sonrisa, sin que le pesen decisiones de escritorio que atrasan siglos. Respaldo en su lucha no le falta. Las voces de Racing resuenan…
A Rocío se le hace experiencia personal : «Me veo reflejada porque tuve que pasar por lo mismo, sin espacio para jugar y con muchos prejuicios en la mirada ajena. Paula debe jugar por la sencilla razón de que tiene el derecho a hacerlo como niña y nadie se lo puede quitar. Cuando hablamos del desarrollo y crecimiento del fúbol femenino, apuntamos a esto: que las nenas, en cada rincón del país, cuenten con el lugar para jugar, si es lo que quieren. Se trata no sólo de afirmar las bases del deporte, sino y sobre todo, de generar el espacio para que lo puedan hacer con libertad y también si la intención es aprender y crecer en la disciplina».
Mili se afirma en la certeza de que «el fútbol ya no tiene género. Sería bueno que la gente que organiza la Liga donde juega Paula lo entienda. A nosotras nos corresponde ayudarla desde nuestro lugar: visibilizar su caso para que nadie se arrogue el derecho de decirle a Paula ni a ninguna chica que no puede jugar al fútbol ni compartir un espacio con sus amigos».
Y Luana completa: «¿Cómo Paula no va a poder jugar al fútbol con sus amigos? Lo que hace la Liga, al excluirla, es todo lo opuesto al buen sentido: más allá de que participe en un espacio competitivo, a la edad de Paula jugar es esencial como recreación y también como formación. Nadie le puede quitar ese derecho».
Racing está donde tiene que estar: junto a Paula y sus sueños.
(Prensa Racing Club)