A 69 años de otra hazaña académica que marcó un hito en el fútbol argentino, la institución recuerda una vez más el aniversario de la gloriosa jornada del 5 de diciembre de 1951, en la que Racing derrotó a Banfield por 1 a 0 con un tanto de Mario Boyé y se coronó campeón por tercer año consecutivo. Para aplaudir de pie y rememorar con la emoción que representa un título que hizo historia.
Nuestra historia no empezó ayer y por lo tanto merece ser contada. Para saber quién es uno y hacia dónde va uno es fundamental conocer su propia historia; en especial cuando es tan rica y gloriosa como la de Racing. Y nuestra institución, con 117 años de vida, posee un pasado repleto de gloria, que tuvo a lo largo de tantos años a símbolos que forjaron la identidad colectiva del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias.
Todavía se mantiene en la memoria colectiva el recuerdo de ese disparo fulminante al minuto del segundo tiempo. Porque ese tiro podría haberse ido al demonio pero no: ese tiro tuvo destino de gol, tuvo destino de campeón. En el Viejo Gasómetro, en la segunda final del torneo de Primera División de 1951, Mario Boyé se calzó el traje de superhéroe y convirtió el tanto con el que Racing derrotó a Banfield por 1 a 0 y se consagró tricampeón por segunda vez en su historia. Y logró el título con un golazo de esos que resultan ser irrepetibles. Un remate que viajó directo al ángulo del arco rival y resultó fulminante. Recién había comenzado el segundo tiempo cuando el delantero se hizo un hueco entre marcas rivales y sacó un remate con destino de campeonato y de gloria tricampeona. En Boedo y exactamente el 5 de diciembre -hace justo hoy 69 años- Boyé, apodado el Atómico, le dio a la Academia el triunfo que significó un nuevo título y ademas, otro hecho inédito hasta ese momento en el fútbol argentino: la obtención del primer tricampeonato por parte de un equipo en la Primera a nivel profesional. Pero para nuestro club la gesta no era nueva: ya se había quedado con tres torneos en fila entre los años 1913 y 1915, antes de llegar al inigualable heptacampeonato conseguido en 1919.
El equipo que dirigía Guillermo Stábile tenía jugadores de lujo, que habían logrado justificar adentro del terreno de juego los campeonatos obtenidos en 1949 y en 1950. La campaña fue realmente notable y, si no fuera que el desempeño de Banfield también fue muy bueno, la coronación debería haber llegado antes. La Academia disputó 32 partidos, de los cuales ganó 16, empató 12 y perdió nada más que 4. Además, marcó 60 goles y le hicieron solamente 37. Los dos mejores conjuntos del certamen quedaron igualados con 44 puntos y se jugaron entonces dos encuentros para definir la historia: el primero fue un 0 a 0 sin mucha gracia y el segundo acabó en sonrisa celeste y blanca.
Los protagonistas de la gesta fueron Higinio García, Ernesto Gutiérrez, Llamil Simes, José García Pérez, Ezra Sued, Antonio Rodríguez, Juan Carlos Giménez, Alberto Rastelli, Manuel Ameal, Manuel Blanco, Norberto Cupo, Boyé, Rubén Bravo, Héctor Grisetti, Julio Gagliardo, Ricardo Fernández, Jorge Blasetti, Alberto Cesáreo, Vicente Mauriño, Norberto Méndez, Nicolás Palma, Juan Carlos Fonda, Miguel Puertas y Jorge Gutiérrez. Además, García y Ernesto Gutiérrez estuvieron presentes en todos los duelos. Simes, por otra parte, fue el principal artillero con 15 conquistas.
En un nuevo aniversario de tamaña gesta en la historia de Racing Club, va este merecido homenaje para los dueños de una alegría eterna para todo el pueblo académico y que jamás pasará de moda. La gloria dura para siempre una vez que se consigue.
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(Racing Club)