Roberto D´Alessandro estuvo pocos años en el club, pero a base de actuaciones geniales que casi siempre acababan con tantos de su autoría, se ganó el cariño eterno de todo Racing. Vistió nuestra casaca desde 1943 hasta el 47 y sólo ganó un título, la Copa Británica, pero le bastó para transformarse en un referente de la afición a lo largo de muchos años. Y su memoria se mantiene viva entre todas y todos los académicos al igual que en la institución, que hoy lo recuerda una vez más con eterno cariño y gratitud.
Nunca está de más el recordar el siguiente detalle que no es para nada menor: Racing Club cuenta en su haber con 117 años de vida de una riquísima historia y un pasado repleto de gloria. Y como eso ya es sabido, es también irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo largo del tiempo fueron construidas por una larga lista de galería de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el amor de multitudes y le entregaron a nuestra institución la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocerla para saber quienes somos y hacia dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se recuerda a éstos grandes en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.
Hay casos así. Seguro que los hay. Se puede ganar poco y ser recordado para siempre. Roberto D’Alessandro es un gran ejemplo de esta afirmación, ya que logró conseguir en Racing algo que en estos tiempos, en el fútbol y afuera del fútbol, parece contracultural: ganar poco y ser muy querido. Le alcanzaron cinco años para que el corazón del hincha quedara rendido a sus pies. Nacido el 23 de abril de 1919, el crack de la localidad santafesina de Arroyo Seco llegó a Racing en 1943, con 24 años, tras haber pasado por Rosario Central y por River. Enseguida, se transformó en una figura emblemática de un equipo que, por esos tiempos, no consiguió reinar en el fútbol argentino. Los méritos de este delantero están a la vista: adentro del área, era verdaderamente letal, algo que se justifica fácilmente con el elevado promedio de gol que mostró a lo largo de su carrera.
Debutó con la camiseta celeste y blanca el 18 de abril del 43, en el arranque del torneo de Primera División, en una derrota frente a Boca por 3 a 1. Su bautismo en la red tuvo lugar poco después, más precisamente el 2 de mayo, en un empate 1 a 1 ante Lanús. A lo largo de su estadía en la institución, disputó 99 partidos y convirtió 64 goles -más 3 por copas y 37 por amistosos-, lo que da una media de, nada más ni nada menos, 0,64. Su gran alegría con Racing fue haber levantado la Copa Británica en 1945. Más allá de que se quedó con la espina de no coronarse en el campeonato local, sus rendimientos siempre fueron destacados.
Jugó por última vez con la casaca académica el 19 de octubre de 1947. Fue contra Estudiantes, en una caída por 2 a 1 como local -todavía no estaba inaugurado el Cilindro-. Pese a su jerarquía indiscutida, nunca logró consolidarse en la Selección. Esa, probablemente, haya sido otra de sus cuentas pendientes. La llegada de Rubén Bravo lo fue relegando y, finalmente, decidió retirarse del fútbol profesional.
D’Alessandro falleció a los 56 años pero su recuerdo permaneció grabado en el corazón de la gente y perdura hasta nuestros días. A tantas temporadas de su partida, Racing lo recuerda una vez más con el orgullo de saberlo un verdadero fenómeno de nuestra historia. Ayer, hoy y siempre.
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(Racing Club)