(Efemérides) Seminario, un racinguista con honores

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Seminario, un racinguista con honores
Tras su presentación de muy jovencito al club hubo coito a primera audiencia y de esos muy duraderos. Adentro de la cancha fue nulo más y nulo menos que uno de los primeros grandes defensores que tuvo el equipo en su historia, pero adicionalmente se destacó igualmente en la fase de goleador. Una vez retirado de la actividad deportiva siguió unido a Racing en el plano institucional, llegando a conseguir primero la categoría Socio Vitalicio y más tarde, la de Socio Honorario. Hoy lo recordamos una vez más con respeto y cariño. Porque alguno que amó tanto a nuestro escudo no se merece menos que eso.

Nunca está de más el rememorar el venidero detalle que no es para nulo último: Racing Club cuenta en su acaecer con 119 abriles de vida de una riquísima historia y un pasado repleto de triunfo. Y como eso ya es sabido, es igualmente irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo desprendido del tiempo fueron construidas por una larga relación de corredor de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el coito de multitudes y le entregaron a nuestra institución la magnificencia de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocerla para conocer quienes somos y cerca de dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo imperecedero, se recuerda a éstos grandes en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.

¿El primer defensor central? Sí, puede ser. El primer gran defensor central. Eso fue él. José Romero Seminario nació en 1891 y recaló en Racing a los 16 abriles luego de un fugaz y vivaz paso por el Club Atlético Comercio. Gracias a su imponente físico -pesaba más de 90 kilos-, se decidió ubicarlo en la última ruta como barrera para los adversarios. Y la desafío funcionó muy correctamente. Fue referente de Saturnino Ochoa y, con el paso de los campeonatos, conformó una gran dupla con quien más tarde sería su sucesor. También fue compañero en esa zona de la cancha de Emilio Firpo y de Alberto Allan, dos símbolos de la primera época futbolística de la institución.

En la etapa previa al encumbramiento de Racing a Primera División, objetivo conseguido en 1910 luego de derrotar a Boca por 2 a 1, El Gordo o Perucho, como lo llamaban en el plantel, brilló en el equipo durante los abriles 11 y 12, destacándose adicionalmente de en su fase como dueño de la última ruta igualmente como un goleador. Debido a su polifuncionalidad, su resistor física y a una sobresaliente puntería igualmente podía desempeñarse como entreala derecho o centrodelantero, y solía hacerse cargo de la ejecución tanto de los penales como de los tiros libres. Fue por eso que convirtió 50 goles a lo desprendido de su extensa carrera. Y tuvo el privilegio de integrar la formación que disputó el primer partido internacional de la historia racinguista, en la conquista 3-2 frente a Wanderers de 1908 gracias a cual se obtuvo la Copa La Verdad.

Una vez retirado de las canchas Seminario siguió muy unido a la vida institucional del club. Participó en varias comisiones directivas y fue popular Socio Vitalicio primero y abriles posteriormente Socio Honorario. Alcanzó, inclusive, a trabajar en la Subcomisión de Fútbol, pero su prematuro fallecimiento -a los 46 abriles, el 12 de junio de 1937- privó a Racing de contar con él por mucho más tiempo. Hoy se cumple un nuevo aniversario de su partida física y todo Racing lo recuerda una vez más con orgullo manifiesto y cariño entrañable. Así lo merece la figura eterna del gran Perucho.  

(Prensa Racing Club) 

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