Elena Margarita Mattiussi nació el 19 de noviembre de 1919. Sus padres, César y Aída Mattiussi, llegaron a Racing Club para intentar ganarse la vida a partir de un aviso clasificado en el diario La Prensa y ella no tuvo más remedio que acostumbrarse a deambular durante todo el día por las instalaciones celestes y blancas. Histórico canchero del Cilindro, César le enseñó a cuidar cada centímetro de tierra racinguista y Tita estuvo a la mérito de las circunstancias desde el primer día. Terminó transformándose con el paso de los abriles, el trabajo, el cariño, la dedicación y el sentimiento en la principio de todo Racing.
Pero Tita era mucho más. «Tita era una historia menos», escribió en el inicio de su relato determinado que vivió cercano a ella en las entrañas de Racing. Juan Carlos Cárdenas, el inolvidable Chango, se encargó de contar en su confesiones quién fue esa mujer grande…
«Recuerdo aquel día del año 1962 cuando tímidamente le dije en tono de queja que no me ponían. Tita se acomodó en una arnés. Y yo me largué a balbucir, creo que fue la primera vez que podía aseverar en voz entrada todo lo que me pasaba, porque en mi casa no quería quejarme para no desalentar a mi tribu, y en el club todo era muy nuevo para mí. Con los muchachos…poco y carencia todavía. Así que Tita me puso la oreja y yo desembuché una larguísima relación de angustias, de mierdos, de cosas que me estaban pasando. Y Tita era como una psicóloga, sin poseer estudiado tenía esa simpleza y esa ingenuidad del que audición y comprende. Cuando terminé de sacarlo todo fuera, con la seso que le daba la experiencia entre esas cuatro paredes, en ese estadio, me dijo: ´En el fútbol hay momentos buenos y momentos malos. Siga luchando´ y en la ojeada mostraba una convicción tan intensa y tan motivadora que daban ganas de abrazarla y de agradecerle todo el cariño que brindaba», contó el Chango, el del gol del título mundial, el que que nos dejó este año y en absoluto dejará la memoria racinguista… Como Tita.
Entre otras funciones, Tita se desempeñó en la lavandería y cargó con la responsabilidad de proteger a las futuras promesas que vivían en el estadio. Cientos de chicos recibieron sus consejos y transitaron jornadas difíciles bajo el amparo de un corazón siempre dispuesto a colaborar. Tan importante fue su presencia que el predio y la pensión que tanto nos enorgullecen llevan su nombre como una modo de honrar a una persona tremendamente querida en cada rincón relacionado a la institución en la que se tenga un retentiva suyo.
A Tita se la reconoce como «la principio de Racing». Lo que narraba el Chango Cárdenas releva de mayores comentarios: «Los chicos que venían solos del interior se vinculaban de inmediato con Tita porque ella los cuidaba como una principio, y las familias no llamaban al club, sino que llamaban a la casa de Tita, y ella pasaba el reporte: se porta adecuadamente, se porta mal hace esto o aquello…no importaba si eras tucumano, santiagueño, porteño o de donde fueras. Tita siempre tenía un rostro para cada uno. Incluso ella misma se confesaba hincha de algunos clubes por los cuales habían pasado los jugadores de Racing que ella quería; pero sin dudas su alma estaba en el Cilindro, en Racing, al que le entregó su vida. Lo único que pedía a cambio era que recordaran su cumpleaños mandándole una polímero o haciéndole un llamado telefónico, costumbre que muchos jugadores continuaron haciendo aún a posteriori de haberse ido del club».
El 3 de agosto de 1999, a la tiempo de 79 abriles, Tita, que residía en el Cilindro, falleció sembrando una enorme tristeza en un club que transitaba en esa época por una tempestad de gran maginitud. Hoy, 23 abriles a posteriori, la existencia de Racing es completamente distinta. Pero el dote permanece y se renueva en cada compromiso asumido para que Racing sostenga su dimensión y la expanda.
(Prensa Racing Club)