Racing siempre fue pionero. La Academia tiene bases que se corroboran en hechos fácticos: único heptacampeón aún vivo en la Argentina, primer tricampeón en la era rentada del fútbol circunscrito y primer campeón del mundo que salió de estas tierras, entre otros registros de prestigio permanente. ¿Algo más? Sí: se consagró en la Libertadores al mango ¡20 juegos!, la traducción más extendida desde su creación, en 1960. La campaña, que incluye dos desempates, sumó 14 triunfos, cuatro igualdades y escasamente dos derrotas, con 46 puntos: ¡el 77% del total! Eso fue y será por siempre el Equipo de José. Aquel 29 de agosto de 1967, la conquista futbolística de América se impregnaría de celeste y blanco de una vez y para siempre.
Agustín Cejas, Oscar Martín, Roberto Perfumo, Alfio Basile, Rubén Díaz, Juan Carlos Rulli, Miguel Serafín Mori, Humberto Maschio, Joao Cardoso, Juan Carlos Cárdenas y Norberto Raffo gritan, se abrazan y se pellizcan para cerciorarse de que es cierto que Racing acaba de triunfar de la Copa Libertadores. Es 29 de agosto de 1967 y la Academia toca el bóveda celeste con las manos. Nombres eternos conducidos por la cabeza de Juan José Pizzuti, en Sanatigo, Chile, en el partido de desempate frente a el severo Nacional de Montevideo.
Fueron 19 los clubes que participaron del certamen. Hubo una primera grado compuesta por tres grupos de cinco, seis y siete equipos cada uno. Peñarol, el dueño del título en la estampado preparatorio, se incorporó en la sucesivo rueda. En cada zona se enfrentaron todos contra todos. Racing compitió en el Grupo 2 con River, Independiente Santa Fe, Deportivo Independiente Medellín (los dos, de Colombia), Bolívar y con 31 de Octubre (uno y otro, de Bolivia). El conjunto de Tito Pizzuti terminó primero luego de obtener ocho victorias, un igualada y una caída. Con 19 tantos a protección y tan solo siete en contra, los de Avellaneda se clasificaron para el Grupo 1 de la grado semifinal.
No fue para falta sencillo el camino. La Academia debió disputar siete encuentros para alcanzar la final. Empató con River en Núñez y le ganó a Universitario en Perú; perdió con Universitario en el Cilindro y derrotó a Colo Colo en Chile; venció a Colo Colo en Avellaneda y superó a River de circunscrito. Al terminar con 9 puntos inmediato al conjunto peruano, no quedó más remedio que ir a un duelo central que tuvo oficio el 18 de julio en el Estadio Nacional de Santiago de Chile. ¿Y entonces? Sí, la alegría fue celeste y blanca, por 2 a 1 y con dos gritos del Toro Raffo. Nadie lo sabía en ese momento pero en ese mismo decorado se daría poco a posteriori el gran patada.
La serie final frente a Nacional durísima. La ida se disputó el 15 de agosto en el Estadio Presidente Perón y acabó 0 a 0. El mismo resultado se repitió el 25 de agosto en el Estadio Centenario. Y otra vez tocó derribar a Santiago para explicar la historia en 90 minutos. Y el coraje se hizo presente para darle a la Academia eso que tanto buscaba. A los 14 minutos de la primera etapa, Cardoso abrió la cuenta para el Equipo de José. Antes del refrigerio, exactamente a los 43, Raffo apareció para lanzar el segundo. El descuento de Víctor Espárrago a poco del pestillo le puso suspenso al desenlace. Pero Racing no la iba a dejar escapar. No. Y, a pura valentía, se aferró con uñas y con dientes a la Libertadores para dejar xilografía nuevamente su nombre en las páginas gloriosas de este deporte.
«Los festejos fueron muy lindos. Tanto para la hinchada como para todos nosotros», recuerda Humberto Maschio, talento puro de aquella estupenda formación: «Hasta el día de hoy no hay campeón de la Copa que haya tenido que apostar tantos partidos como nosotros para asistir al título. Fue una gesta muy difícil, pero la pudimos triunfar. Además, a posteriori del 0-0 en Avellaneda, omitido nuestra hinchada, los demás no daban ni cinco centavos por nosotros, porque entablar o triunfar en Montevideo era una proeza en ese tiempo. Pero empatamos y forzamos el tercer partido que nos dio el título. Pero sinceramente durante el progreso no pensábamos en salir campeones, sino que la íbamos jugando. Éramos un equipo muy tranquilo. Pero lo teníamos a Pizzuti al frente, que era el que siempre pensaba en todo». Las palabras del Bocha, a más de medio siglo, guardan una fidelidad absoluta a cada episodio de la gesta chaqueta… Es que las hazañas permanencen por siempre en la memoria.
(Prensa Racing Club)