Racing le ganó por 1 a 0 a San Isidro el 6 de enero de 1916 y se consagró de manera invicta en la cancha de Independiente como el mejor equipo del país por tercera vez consecutiva. La gesta fue notable y reafirmó lo conseguido en los dos títulos anteriores con un poderío ofensivo notable junto a un fútbol que ya comenzaba a hacer escuela. Y aún faltaba mucha más gloria por conseguir…
Nuestra historia no empezó ayer y por lo tanto merece ser contada. Para saber quién es uno y hacia dónde va uno es fundamental conocer su propia historia; en especial cuando es tan rica y gloriosa como la de Racing. Y nuestra institución, con 117 años de vida, posee un pasado repleto de gloria, que tuvo a lo largo de tantos años a símbolos que forjaron la identidad colectiva del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias.
Ningún azar. La alegría no se produjo de casualidad, sino que fue el resultado de gesta que puso al frente a la pelota como estandarte. Racing venía dejando en claro que era el mejor del fútbol argentino y en 1915 se ocupó de ratificar esa superioridad de la mano de un equipo agresivo, valiente y contundente que no tuvo ningún traspié a lo largo de la competición. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido años anteriores, San Isidro dio pelea hasta el final y obligó a jugar un partido de desempate. La cita tuvo lugar el 6 de enero de 1916 en la cancha de Independiente y, gracias a un gol de Alberto Marcovecchio, la Academia se impuso por 1 a 0. De esta forma, el cuadro de Avellaneda celebró nuevamente -tal como había hecho en 1913 y en 1914- en la máxima categoría argentina y se alzó el primer tricampeonato de su historia. Pero como es sabido el camino de gloria no se detendría ese año, sino que continuaría sin freno hasta 1919 cuando se logró la hazaña sin precedentes de transformarse en el único equipo heptacampeón de la Argentina hasta el día de la fecha.
Una campaña sin fisuras. En el cruce de todos contra todos, Racing disputó 24 partidos, de los cuales ganó 22 y empató solamente dos. En total, sumó 46 puntos. Lo más notable del andar celeste y blanco fue la capacidad ofensiva: se convirtieron 96 goles y se recibieron únicamente cinco. Racing brilló en tres de los cuatro clásicos: venció a San Lorenzo por 4 a 1, derrotó a Boca por 6 a 0 y goleó a River por 3 a 0. Ante Independiente, pese a haber caído por 2 a 1, se le dio el duelo por ganado debido a que el rival incluyó indebidamente un futbolista. El máximo artillero fue Alberto Ohaco, con 31 gritos.
Los protagonistas del plantel que consiguió semejante éxito -en el que están incluidas 15 goleadas impactantes- fueron Syla Arduino; Salvador Presta, Armando Reyes; Ángel Floro Betular, Francisco Olazar, Juan Viazzi, Ricardo Pepe; Zoilo Canaveri, Nicolás Vivaldo, Alberto Ohaco, Alberto Andrés Marcovecchio, Juan Hospital y Juan Perinetti. La gran mayoría continuaría durante todo el famoso ciclo que derivó en el ya mencionado heptacampeonato de 1919.
Hoy, a 106 años de una hazaña única, Racing Club se pone de pie una vez más para aplaudir y recordar a los campeones como ellos lo merecen. Porque el hecho de mantener presentes en la memoria colectiva a estas fechas distintivas dentro de nuestra historia resulta fundamental para continuar con la construcción diaria de una institución con identidad propia.
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(Racing Club)