El título de 1925 fue el noveno de liga y el que demostró que más allá del paso del tiempo, Racing seguía siendo una potencia futbolística: fue campeón de manera invicta con quince victorias y nueve empates. A casi un siglo de aquella hazaña deportiva, hoy la institución recuerda de nuevo a los grandes que hicieron posible una gesta que perdurará por siempre en nuestra historia.
Nuestra historia no empezó ayer y por lo tanto merece ser contada. Para saber quién es uno y hacia dónde va uno es fundamental conocer su propia historia; en especial cuando es tan rica y gloriosa como la de Racing. Y nuestra institución, con 117 años de vida, posee un pasado repleto de gloria, que tuvo a lo largo de tantos años a símbolos que forjaron la identidad colectiva del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias.
La seguidilla había comenzado en 1913 y se había extendido en 1914, en 1915, en 1916, en 1917, en 1918, en 1919 y en 1921. Y se volvería a repetir en 1925. Racing se había acostumbrado a ganar y a ganar. El mejor cuadro de las primeras décadas del siglo, no se cansó de obtener triunfos y campeonatos durante esos años en los que, con absoluta justicia, recibió el apodo de Academia. El ciclo glorioso se cerró el 25 de octubre, cuando el conjunto de celeste y blanco empató como visitante 1 a 1 con Excursionistas -gol de Ramón Rey- y logró un nuevo laurel -el noveno a nivel local de los 18 que ostenta el club, el quinto de forma invicta- para su hasta ese momento joven historia.
Racing disputó 24 partidos a lo largo de aquel certamen, de los cuales ganó 15, empató 9 y no perdió en ninguno. Así es: invicto de nuevo a la hora de festejar un campeonato. Además, convirtió 40 goles y le hicieron nada más que 10, para sumar finalmente un total de 39 puntos que lo ubicaron 3 unidades por encima de San Lorenzo y 7 por delante de Sportivo Almagro y de Platense. Hubo, por supuesto, triunfos resonantes: un 3 a 1 a River en Avellaneda, un 7 a 0 a Tigre con cuatro tantos de Carlos Mujica y un 5 a 0 a Quilmes poco antes de la consagración. Con defensas que eran cada vez más sólidas, la capacidad ofensiva académica fue, probablemente, la muestra más clara de la jerarquía adentro de la cancha. Luis Batz terminó como el máximo artillero con 9 goles y Pedro Ochoa lo siguió con 8.
Fenomenales futbolistas integraron ese plantel: Marcos Croce, Roberto Castagnola, Félix Bussolini, Raúl Seregni, Américo Vicente Masetti, Adolfo Zumelzú, Juan Arbarellos, Natalio Perinetti, Ochoa, Batz, Marcelino Martínez, Rey, Héctor Trentino, Alfieri Tassara, Mujica, Julián Carreras, José Pereyra, Héctor Meaca, Rafael Santiso, Juan Zanetti, Juan Beltrán Pérez, Agustín Castelli, Eduardo Spraggón y Camilo Palasi. A esta lista se pueden agregar también a tres promesas que disputaron algunos amistosos: Ceferino Passini, Antonio Virgilio y Alberto Bardoza. Ochoa fue el único que estuvo presente en todos los duelos. Seregni, Masetti y Rey faltaron una sola vez cada uno.
Aunque en 1925 no se consiguió ningún otro título, lo cierto es que el club seguía creciendo en todos los aspectos: la masa societaria superó las 2.500 personas y Racing se destacaba en otras disciplinas -pelota a paleta, tenis, básquet, atletismo y gimnasia- que ponían de manifiesto la grandeza deportiva general. Hoy, 95 años después de aquella proeza futbolística, la institución vuelve a recordar otra de las gloriosas páginas que forman parte de su rica historia.
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(Racing Club)