Porque estuvo en las malas. Porque estuvo en las buenas. Y también estuvo en las más o menos. Porque estuvo siempre. Porque es la mamá que todo club quiere tener, pero que sólo Racing tuvo. Es por eso que la queremos tanto y que la mantenemos más viva que nunca. Y hoy, a 21 años de su partida física, es fundamental recordar quién fue ella para ratificar quiénes somos. Tita es Tita, Tita es Racing y Racing es Tita.
A veces para conocer realmente a una persona no es necersario investigar de manera minuciosa los datos sobre de su vida. Para entender su forma de ser, comprender su modo de relacionarse con el resto de la gente y ahondar de manera profunda en sus sentires, basta tan solo en algunas ocasiones con acceder simplemente a un solo reflejo sobre su figura que la pinte de cuerpo entero. Y para esto no hay nada mejor que recurrir a aquellas personas que mejor lo vieron. Para saber quien fue Elena Margarita Mattiussi, nuestra Tita, no es necesario más que eso: una descripción que brota desde las palabras, pero que nace directo desde el corazón.
«Y Tita. Tita era una historia aparte». Afirma en el inicio de su relato alguien que vivió junto a ella en las buenas y en las malas los pormenores de la vida adentro de Racing. Juan Carlos Cárdenas, conocido por todo el mundo como el Chango y autor del gol que le dio al club el Título del Mundo, se encargó de contar en su auotobiografía y directamente desde el alma quien fue esa mujer sensacional mediante una de las tantas situaciones entrañables que lo marcó de por vida junto a ella. «Recuerdo aquel día del año 1962 cuando tímidamente le dije en tono de queja que no me ponían. Tita se acomodó en una silla. Y yo me largué a hablar, creop que fue la primera vez que podía decir en voz alta todo lo que me pasaba, porque en mi casa no quería quejarme para no desalentar a mi familia, y en el club todo era muy nuevo para mí. Con los muchachos…poco y nada todavía. Así que Tita me puso la oreja y yo desembucjhé una larguísima lista de angustias, de mierdos, de cosas que me estaban pasando. Y Tita era como una psicóloga, sin haber estudiado tenía esa simpleza y esa ingenuidad del que escucha y comprende. Cuando terminé de sacarlo todo afuera, con la sabiduría que le daba la experiencia entre esas cuatro paredes, en ese estadio, me dijo: ´En el fútbol hay momentos buenos y momentos malos. Siga luchando´ y en la mirada mostraba una convicción tan intensa y tan motivadora que daban ganas de abrazarla y de agradecerle todo el cariño que brindaba». Sobran las palabras.
Elena Margarita Mattiussi nació el 19 de noviembre de 1919 y aprendió a querer a la Academia desde la cuna. Sus padres, César y Aída Mattiussi, llegaron al club para intentar ganarse la vida a partir de un aviso clasificado en el diario La Prensa y ella no tuvo más remedio que acostumbrarse a deambular durante todo el día por las instalaciones celestes y blancas. Histórico canchero del Cilindro, César le enseñó a cuidar cada centímetro de tierra racinguista y Tita estuvo a la altura de las circunstancias desde el primer día. Terminó transformándose con el paso de los años, el trabajo, el cariño, la dedicación y el sentimiento en la madre de todo Racing.
Entre otras funciones, se desempeñó en la lavandería y cargó con la responsabilidad de proteger a las futuras promesas que vivían en el estadio. Cientos de chicos recibieron sus consejos y transitaron jornadas difíciles bajo el amparo de un corazón siempre dispuesto a colaborar. Tan importante fue su presencia que el predio y la pensión que tanto nos enorgullecen llevan su nombre como una manera de honrar a una persona tremendamente querida en cada rincón relacionado a la institución en la que se tenga un recuerdo suyo.
Y para el Chango Cárdenas el mote que Tita se ganó con el paso del tiempo y que hoy sirve para describirla de manera tan simple como contundente no nació por casualidad. El ídolo académico remarca mediante los pasos con los que recorre el camino dentro de su memoria que la mamá de Racing no podría ser recordada de otra forma que no fuera esa. «Los chicos que venían solos del interior le pegaban a Tita porque ella los cuidaba como una madre, y las familias no llamaban al club, sino que llamaban a la casa de Tita, y ella pasaba el reporte: se porta bien, se porta mal hace esto o aquello…no importaba si eras tucumano, santiagueño, porteño o de donde fueras. Tita siempre tenía un gesto para cada uno. Incluso ella misma se confesaba hincha de algunos clubes por los cuales habían pasado los jugadores de Racing que ella quería; pero sin dudas su alma estaba en el Cilindro, en Racing, al que le entregó su vida. Lo único que pedía a cambio era que recordaran su cumpleaños mandándole una tarjeta o haciéndole un llamado telefónico, costumbre que muchos jugadores continuaron haciendo aún después de haberse ido del club».
El 3 de agosto de 1999, a la edad de 79, Tita, que residía en las entrañas del Cilindro, falleció sembrando una enorme tristeza en un club que transitaba en esa época por una tempestad de gran maginitud. Hoy, a 21 años después, la realidad de Racing es completamente distinta. Pero el amor que sentimos por ella es y será el mismo de siempre. Está presente en todas partes. Se encuentra en su legado, que hoy se encuentra no solo en los lugares racinguistas que han sido bautizados en su honor, como el predio deportivo o la pensión juvenil, sino también en el Archivo Histórico institucional, en donde su memoria, sus pensamientos y sus momentos vividos se encuentran inmortalizados mediante distintos objetos que forman parte del legado que el club conserva de su más querida madre, amiga, laburante y referente. Una persona cuyo sentimiento incondicional y perpetuo siempre fue el blanco y el celeste de su querida Academia.
«Y dejó su vida sentimental, dejó todo. Una vez le dije: ´Pero vos sos joven Tita, ¿no querés tener una familia, no querés casarte, tener hijos?´ y ella me miró con una sonrisa de oreja a oreja, comprendiendo, como si hubiera contestado es pregunta decenas de veces: ´Mi familia es Racing, Chango´ «, afirma Cárdenas con emoción en su libro para que no quede ninguna duda: madre hay una sola. Y la nuestra es Tita Mattiussi. Ayer, hoy, mañana y siempre.
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(Racing Club)