Ineludible en la defensa académica a lo largo de varios años, se convirtió en uno de los referentes de un equipo que quedó por siempre grabado en la memoria de la hichada, a pesar de no haberse podido consagrar en ningún torneos. Más tarde contó con su revancha y como técnico pudo alzarse con título de 1958 como entrenador. Otro ídolo de esos que ayudaron a construir nuestra identidad llena de grandeza.
Nunca está de más el recordar el siguiente detalle que no es para nada menor: Racing Club cuenta en su haber con 117 años de vida de una riquísima historia y un pasado repleto de gloria. Y como eso ya es sabido, es también irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo largo del tiempo fueron construidas por una larga lista de galería de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el amor de multitudes y le entregaron a nuestra institución la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocerla para saber quienes somos y hacia dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se recuerda a éstos grandes en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.
No siempre es necesario acumular trofeos para volverse una figura. No siempre se precisa ganar y ganar y ganar para ser recordado con el paso de los años. Sólo los buenos jugadores pueden ser símbolos de un equipo sin haber salido campeones. José Della Torre es uno de esos casos que marcan que en el fútbol importa el triunfo pero además que importan más cosas allá de esa. Y es que este futbolista jugó tan pero tan bien con esta camiseta, que logró transformarse en un símbolo de Racing aún sin haber salido campeón. Nacido el 23 de marzo de 1906, este defensor central jugó en el club entre 1926 y 1933, fue uno de los referentes de la transición del amateurismo al profesionalismo y nunca pudo consagrarse campeón. Sin embargo, pese a esa espina que le quedó clavada, fue muy querido por la gente, que valoraba su entrega, su firmeza y su categoría para moverse en la última línea.
No se puede contar la historia de Della Torre en Racing sin narrar también la de Fernando Paternoster, otro símbolo de la zaga celeste y blanca. Pechito, así lo apodaban, llegó a Avellaneda después de pasar por Sportivo Balcarce y por San Isidro y reemplazó a Adolfo Zumelzú. Enseguida hizo buenas migas con su compañero y juntos conformaron una sociedad muy difícil de superar para las delanteras contrarias. Durante temporadas enteras, los dos se ocuparon de ofrecer garantías para que los demás futbolistas fueran para adelante con la tranquilidad de saberse respaldados.
Por su gran rendimiento, Della Torre fue convocado a la Selección y estuvo en el plantel que disputó el Mundial de 1930, donde Argentina logró el subcampeonato tras perder la final con Uruguay por 4 a 2. Además, participó del primer encuentro de Racing en el profesionalismo, que fue con victoria sobre Platense por 5 a 1. Luego de retirarse, regresó a la institución para obtener, ya como entrenador, el torneo de 1958 y para terminar de transformarse en una figura inolvidable para la posteridad.
Hoy, justo hoy al igual que en los casos de Perinetti y de Dellacha, se cumple un nuevo aniversario de su fallecimiento. El 31 de julio de 1979, a los 73 años, Pechito murió con la misma entereza con la que jugaba. Y es por eso que en este día va el sentido homenaje de toda la institución, que sigue disfrutando de esas imágenes que lo ubican parado con solidez en el borde del área con esa estampa inalterable que solo queda reservada para los más grandes de la historia.
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(Racing Club)