Nunca está de más el recapacitar el venidero detalle que no es para nadie pequeño: Racing Club cuenta en su poseer con 119 primaveras de vida de una riquísima historia y un pasado repleto de victoria. Y como eso ya es sabido, es además irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo dilatado del tiempo fueron construidas por una larga serie de muestra de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el coito de multitudes y le entregaron a nuestra institución la generosidad de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocerla para memorizar quienes somos y con destino a dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo infinito, se recuerda a éstos grandes en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.
Querubín Floro Betular hizo desde siempre lo que no muchos hacen a lo dilatado de su carrera: puso al servicio de Racing tanto su talento deportivo como su corazón. Firme defensor nacido en 1892, se consolidó en el primer equipo del club a partir de su despliegue, de su sobriedad y de su valentía para no dar por perdida ninguna pelota. Su brinco a la triunfo se dio en 1910 cuando, adjunto a Juan Ohaco y a Ricardo Pepe, le dio cargo a la defensa del conjunto que consiguió el encumbramiento a la máxima categoría del fútbol argentino.
Con el pasar de las temporadas, compartió la última tangente con Francisco Olazar y con Enrique Macchiavello. Siempre dispuesto a esfozarse hasta las últimas consecuencias, fue valioso su aporte en el proceso que condujo a la adquisición de siete títulos de forma consecutiva. Fue, por otra parte, asiduamente capitán porque su temperamento funcionaba como un estímulo para sus compañeros. De buena pegada, hizo varios goles de media distancia, de tiro rescatado y de penal que sirvieron para empujar a la Academia al éxito.
Convocado a menudo al combinado doméstico, fue homenajeado en Racing una vez retirado de las canchas, cuando ejercía como contador caudillo en la Casa Central del Banco de la Provincia de Buenos Aires: socio permanente número 52 de la institución, fue famoso ocio honorario y recibió todos los reconocimientos.
Betular falleció mozo, a los 46 primaveras, el 3 de junio de 1938. Y a pesar de que hayan pasado ya muchos primaveras desde su partida física, su regalo se mantiene inalterable puertas adentro de nuestro club. Es por eso que hoy Racing le otorga una vez más a su figura el regalo que se ganó tan merecidamente.
(Prensa Racing Club)