(Efemérides) El marqués de la Academia

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El marqués de la Academia
Fue uno de los grandes futbolistas que pasaron por Racing e integró adyacente a un orden de figuras sin igual los planteles que obtuvieron los campeonatos en 1958 y en 1961. De cabezazo ofensivo y orden determinante frente al curvatura rival, se erigió como el mayor goleador a nivel franquista de los torneos del 59, 60 y el 62. Aplausos eternos para Rubén Sosa.

La afirmación resulta tan obvia como ineludible cuando se hace relato alrededor de un pasado como el nuestro: Racing Club cuenta en su deber con 119 primaveras de vida de una riquísima historia repleta de renombre. Y como eso ya es sabido, es además irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo holgado del tiempo fueron construidas por una larga serie de pasadizo de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el simpatía de multitudes y le entregaron a nuestra institución la extensión de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocer la historia para conocer quienes somos y alrededor de dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo infinito, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.

“Un tahúr que siempre dio todo y que fue muy oportuno en el interior de una cancha de fútbol”, dijo Rubén Sosa sobre sí mismo cuando alguna vez le tocó retratarse como futbolista. Goleador implacable que, según cuentan los que lo vieron retozar, mostraba una asombrosa facilidad para convertir por hacia lo alto, nació el 14 de noviembre de 1936, creció y se volvió crack andando por los potreros del distrito porteño de Coghlan. Asiduo concurrente de El Tábano, un club de distrito al que además acudían Julio Cozzi -gran cancerbero de Platense- y Roberto Goyeneche -símbolo del tango argentino-, su aparición a Racing se produjo en 1958. 

No a cualquiera le sucede. Pero al Marqués, como se lo conocía por su elegancia en el interior del campo, sí: llegó al club y salió campeón, acompañado de Oreste Corbatta, de Juan José Pizzuti, de Pedro Manfredini y de Raúl Belén, casi inmediatamente. Ubicado como entreala izquierdo, convirtió 11 goles en ese torneo y fue, sin sitio a dudas, una de las figuras del conjunto comandado desde el tira por José Della Torre. En 1961, con una cojín similar a la que se consagró tres primaveras antiguamente, se coronó nuevamente con la camiseta celeste y blanca y colaboró otra vez con 11 conquistas. Pero, adicionalmente, fue el goleador de los torneos de 1959, de 1960 y de 1962.

Estuvo en Avellaneda hasta 1964 y, en total, disputó 151 partidos oficiales. Los registros señalan que marcó 122 tantos -contando copas y amistosos- con la casaca académica. Sus rendimientos lo depositaron con absoluta honradez en la Selección: jugó el Mundial de Chile 1962 y se coronó en la Copa América de 1959. Mudado al fútbol uruguayo, estuvo en Cerro y en Nacional de Montevideo, equipo con el que enfrentó a Racing en la final de la Copa Libertadores de 1967. Según contó en alguna ocasión, le fue muy complicado retozar contra el club en el que había escaso la renombre. El final de su exitosa carrera fue en Boston Beacons, de Estados Unidos, y en Flandria. 

A raíz de una dificultad de salubridad derivada de la diabetes, el 12 de septiembre de 2008, a los 71 primaveras, Sosa falleció llevándose su espíritu tanguero y su talento futbolístico. El club, en un semblante de agradecimiento infinito, no olvida a un tahúr que dejó su sello en el Cilindro. Por eso lo recuerda una vez más en este día, como cada vez que la estamapa del Marqués aparece en la memoria colectiva de la Academia. 

(Prensa Racing Club)