Se abrió con gol. Antes que una obviedad, el 1-0 surgido de una magistral ejecución de un tiro libre a cargo de Matías Rojas –tuvo una despedida a tono con su jerarquía- fue el paso inicial que Racing necesitaba para que las diferencias con Ñublense quedaran expuestas como se podían presumir a partir de los respectivos antecedentes. Ese episodio, a los 5 minutos del segundo tiempo, no sufrió demora en la continuidad: se sucedieron el festejo de Gabriel Hauche con asistencia de Maxi Romero (8 minutos) y el de Aníbal Moreno en cadena virtuosa (combinaron, en diferentes distancias, Matías Rojas, Romero y Juan Nardoni en el último toque antes de derechazo goledor). Hubo, sin dudas, relación de causa-efecto, porque esa ventaja que creció hasta el zurdazo de Gonzalo Piovi en el 4-0 decantó de la supremacía del pase y la fluidez que en los segundos 45 minutos aparecieron a pleno.
Rara vez hubo pase continuo en el primer tiempo, parte por impaciencia propia y parte porque Ñublense, luego de sostener ataques durante el inicio, pasado el cuarto de hora de arranque llevó la presión a la zona media y con eso obturó la secuencia que Racing siempre pretende imponer en sus avances. El pelotazo, sin precisión y repetido, lejos estuvo de provocar benificio. Y eso se reflejó en las llegadas nítidas que Racing creó en la primera etapa. Salvo una muy buena maniobra de Gabriel Rojas en un duelo individual con gambeta, penetración y pase atrás que derivó en un remate de Gómez resuelto arriba por el arquero Pérez, la chance de gol fue un asunto imposible.
Pero eso quedó atrás a fuerza de juego. Primero en el Grupo A relegando a Flamengo, campeón vigente de la Copa Libertadores, Racing entrará a los octavos de final, en los mano a mano, con ventaja de localía. Y lo hará con las convicciones reforzadas.
Fotos: Paola Lara.
(Prensa Racing Club)