(Efemérides) Corbatta, loco nuestro

Racing

Corbatta, loco nuestro
Crack entre los cracks, fenómeno entre los fenómenos, fue un indiscutido del ataque racinguista entre 1955 y 1962. Único dentro de la cancha con la pelota bajo la suela, se coronó campeón con nuestra camiseta en 1958 y en 1961. Falleció muy joven, pero tanto su fútbol como sus legendarias gambetas forman parte de nuestra identidad histórica. Por eso hoy lo recordamos del modo en que su memoria lo merece.

Primera verdad que está clara: la historia no empezó ayer. Segunda verdad indiscutible: la historia merece ser contada. Tercera verdad irrefutable: es fundamental conocer la historia para saber quién es uno y hacia dónde va uno. Racing, con 119 años de vida, con un pasado repleto de gloria, tuvo a lo largo de tantos años símbolos que forjaron la identidad del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso, como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. 

Estamos hablando de un hombre. Pero no de un hombre cualquiera. Estamos hablando de un hombre capaz de ir y de venir por la raya gambeteando rivales. Imparablemente. Sin que nadie se la pueda sacar, sin que los compañeros puedan creer lo que están viendo. Oreste Omar Corbatta era así: un genio que tenía un amor absolutamente correspondido con la pelota, un crack con el talento para construir lo imposible, un fenómeno que conseguía que propios y ajenos se pararan de sus asientos para aplaudirlo. Nacido el 11 de marzo de 1936 en la localidad bonaerense de Daireaux, llegó a Racing en 1955 proveniente de Juverlandia de Chascomús. Y se quedó en el Cilindro hasta 1962.

Clásico wing izquierdo, su debut con la casaca celeste y blanca se produjo el 30 de abril de 1955 contra Gimnasia y Esgrima La Plata. Su primera conquista fue ante Ferro en mayo de ese año. Corbatta armó una gran sociedad con Juan José Pizzuti y juntos condujeron a la Academia a la conquista de los campeonatos de 1958 y de 1961. Formaron parte también de la delantera Pedro Manfredini (en 1958), Pedro Mansilla (en 1961), Rubén Sosa y Raúl Belén. En total, disputó 195 partidos oficiales y convirtió 79 goles. 

Su altísimo rendimiento lo llevó a ser convocado a la Selección, donde jugó 45 encuentros entre 1956 y 1962. Con el conjunto nacional marcó 18 tantos. Fue campeón del Campeonato Sudamericano -la actual Copa América- en 1957 y en 1959. Ahí compartió la ofensiva junto a Humberto Maschio, a Antonio Angelillo, a Enrique Sívori y a Osvaldo Cruz. Además, jugó el Mundial de Suecia en 1958. La etapa final de su carrera transitó por Boca, por Independiente Medellín y por San Telmo.

Problemas relacionados a su adicción al alcohol hicieron que la llama de Corbatta se extinguiera demasiado rápido, cuando aún tenía mucho por entregar. Tristemente se fue antes de tiempo. Tenía tan sólo 55 años cuando falleció el 5 de diciembre de 1991. Luego de su doloroso deceso y por un pedido especial realizado por los dirigentes académicos, la Municipalidad de Avellaneda renombró el Pasaje Cuyo y lo rebautizó por siempre como el Pasaje Corbatta.

Más allá de que hoy se cumpla un nuevo aniversario de su partida física, este simple pero sincero homenaje sigue siendo la mejor forma de recordarlo: unido al Cilindro, al fútbol y a Racing Club. Ayer, hoy y siempre. Ese es el destino de los ídolos que dejan huella. Y la de Corbatta fue demasiado grande. Inmensa. Como la de ese fútbol que lo hizo leyenda. Es por eso que hoy el pueblo académico vuelve a evocar su memoria con todo el afecto del mundo.

(Prensa Racing Club)