Racing Club: Golpe inesperado

Racing

No será la primera vez. Y por eso mismo, por su capacidad de reinvención, Racing sabrá recuperarse de este duro golpe, por inesperado e insólito en función del desarrollo, que fue la derrota ante River de Uruguay, por 1-0, que determinó la eliminación en la fase de grupos de la Copa Sudamericana. Un empate habría alcanzado, pero el resultado combinado con la victoria de Melgar frente a Cuiabá (3-1) derivó en un empate en puntos (12) con una diferencia de gol favorable a los peruanos (+4 contra +2).

La pelota tuvo movimiento a lo ancho y a lo largo, con distintas velocidades y sin posiciones fijas de los jugadores. Las apariciones de Tomás Chancalay tomaron como referencia la banda derecha, pero tomó diferentes direcciones porque fue factor de desequilibrio en desbordes y también cortando hacia el centro. Con Leonel Miranda como mediocentro –Aníbal Moreno estuvo en el banco, en resguardo debido a la acumulación de dos amarillas-, la bola salió siempre limpia y llegó a posiciones de definición con toques rectos, como también sucedió de manera repetida cuando Carlos Alcaraz tomó la posta. 
¿Faltó algo en los primeros 45 minutos? En la ejecución, no; en la definición, sí. Javier Correa, la referencia para el último toque, tuvo  a su cargo la mayoría de las terminaciones, con carrera al vacío, con cabezazos en el área chica y con un par de cara a cara con Fabricio Correa,  su homónimo en el arco del arco de River. Pero la imprecisión en el pase a la red impidió la ventaja, que debió haber sido amplia. 

River dio indicios de voluntad ofensiva en la reanudación, con dos contras sucesivas anuladas por intervención de Matías Tagliamonte y, en la continuidad, con el gol de Salaverry, en maniobra clásica de pelota parada: córner al primer palo, pelota peinada hacia el centro y volea del central, de frente y sin custodia.

Si antes de ese episodio Racing había ejercido supremacía amplia, el monólogo que se pronunció en la media hora final, entre los 20 y los 50 minutos, le perteneció al equipo de Fernando Gago sin interrupciones. Y Fabricio Correa les puso manos y cuerpo a todas las pelotas que le arrojaron: a quemarropa (Iván Pillud dos veces y Correa), por arriba (cabezazo Alcaraz) y por abajo (otra vez a Correa). A eso se le añadieron las que Racing no pudo concretar por centímetros, apenas desviadas junto a los postes.

Ha pasado y pasará. Pero Racing volverá por lo suyo. Porque siempre lo ha hecho.

Foto: Paola Lara.
 

(Prensa Racing Club)