Único invicto entre 28 participantes, clasificado con antelación a los cuartos de final y líder de la Zona A de la Copa de la Liga. La misión, para este tramo de fase de grupos, está sobradamente cumplida. Un paso que antecede a otro con un perfil claramente definido.
El pase no se negocia, la conexión alrededor de la pelota y los avances colectivos que se tejen de esa manera, tampoco. Y eso ni siquiera cambia cuando el rival utiliza un repliegue táctico con diez hombres detrás de la línea de la pelota de manera casi permanente que aguardan una recuperación para el despegue veloz al espacio. Así quedaron establecidas las posturas de inmediato y a Racing le costó unos minutos acomodarse a la máxima precisión, que demanda control y toque posterior sin ceder a la captura del bloque oponente, ya que San Lorenzo presionaba en el bloque medio-bajo de modo organizado. Cuando Racing eludió ese dique, tuvo ocasión de llegar con chances a las proximidades de Torrico; cuando no lo logró padeció en la réplica. Le ocurrió una vez con una carrera de Martegani, que Chila Gómez tapó dos veces. El arquero fue un punto alto, porque también frustró a Cerutti en un tiro libre y a Gattoni en un cabezazo.
Una vez hechos los ajustes, la Academia alcanzó coordinación y desde ese aspecto comenzó a crecer. La atención en la primera línea de presión es otro factor que está siempre presente en la formación de Fernando Gago. Y eso lo sabe Benjamín Garré, de muy buen primer tiempo, que cortó un envío cruzado de Elías y asistió con exquisitez a Javier Correa para el derechazo goleador. La continuidad le dio prolongación a la mejoría porque a San Lorenzo, entonces, le costaba la intercepción y, en ese hilván, Racing confeccionaba mejor hasta encontrar el hueco, como por ejemplo sucedió en un encuentro fluido que terminó con un taco de Correa y un enganche y remate de Iván Pillud, posicionado como punta, que fue desviado por Giay en un esfuerzo extremo.
No había indicios de alteración del resultado hasta que Martegani disparó un proyectil con su zurda, desde 25 metros, para clavarla en el ángulo superior izquierdo del arco de Chila. Sólo así se podía restablecer la igualdad, para la cual no hubo sucesos posteriores que la pusieran en riesgo más allá de que la pelota lució mejor cada que Racing la movió.
(Prensa Racing Club)