Los 15 primeros minutos promovieron la ilusión. La formación con línea de tres, cuatro volantes y tres puntas se desplegaba con intensidad lejos de Arias y trababa la circulación de River. En ese lapso, ya en el arranque, Racing podrían haberse puesto en ventaja. La presión alta y sostenida, organizada, permitIó que Copetti le robara la pelota en la salida a Díaz. La definición imperfecta del punta hizo que Armani frustrara el gol.
Hasta el cuarto de hora de arranque, el dispositivo funcionó con sincronización. Pero desde los 20 minutos, Gallardo retrasó a Ponzio delante de la defensa, mandó a Rojas de manera permanente por la banda derecha y los tres medios -Simón, Fernández y Palavecino- comenzaron a conectar con los de adelante. Antes del 1-0 a cargo de Palavecino con asistencia de Fernández, el local ya había generado inquietud en tres maniobras cerca de Arias. Sin la pelota ni posibilidad de descansar con el pase, a Racing le quedó larga la cancha y tuvo que correr casi exclusivamente para recuperarla.
El 2-0, no bien reanudado el partido (gol de Álvarez) terminó prematuramente el pleito. Racing, acorralado, sin contención y reducido al control de River, apenas si pudo salir de su zona con lanzamientos largos que le servían al equipo de Gallardo para reanudar de inmediato los avances. Los dos de Brian Romero, a esa altura, terminaron por ser detalles que dejaron más expuesto a Racing. La fiesta fue de River, por el juego y por el título logrado tres fechas del cierre del torneo de la LPF.
Foto: Paola Lara
(Prensa Racing Club)