América pintada de blanco y celeste | Racing Club

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Hace 53 años nuestro club se trepó a lo más alto del fútbol,continental y se quedó con la Copa Libertadores. El enorme Equipo de José derrotó a Nacional por 2 a 1, con tantos de Cardoso y Raffo, en el partido desempate de la final y se coronó en Chile como el más grande de América. De esta manera la institución rememora una vez más una de las conquistas deportivas más grandes de toda nuestra historia.

Ya pasó más de medio siglo. Cincuenta y tres años, si se busca una referencia exacta. Y retrotraerse a aquel 29 de agosto de 1967 resulta un bello ejercicio para cualquier racinguista. En especial para quienes vivieron esa jornada histórica que coronó al club como el mejor de América. Fue Santiago de Chile el epicentro de la coronación. Esa que puso al continente a los pies de Racing. Fue la gran consagración antes de la mayúscula consagración. Ese día fue el continente y menos de tres meses después de esa impresionante gesta, el mundo se rendiría ante la Academia. Pero esa es otra historia. La que se conmemora de nuevo en este día celebra una proeza deportiva que hasta el día de hoy sigue resultando legendaria en el mundo del fútbol.

“Fue muy difícil ganar la Libertadfores”, le cuenta al sitio oficial Humberto Dionisio Maschio, una de las glorias vivientes de la institución y uno de los más grandes jugadores que vistieron la camiseta académica a lo largo de su historia. “En chile jugamos muy bien e íbamos ganando 2 a 0 muy tranquilos. Luego los uruguayos descontaron y se fueron por todo a buscar el empate. Y con el partido en ese plan, el referí hizo algo insólito: suspendió el partido con el tiempo ya cumplido antes de que ellos tiraran un córner. Nunca lo había visto en mi vida. Porque los árbitros siempre suelen dar algunos segundos más en ese tipo de jugadas y en especial, dada la instancia que se jugaba. Pero este no. Lo terminó ahí mismo. Y los rivales lo querían matar”, cuenta el Bocha con una sonrisa divertida mientras rememora una vez más los detalles imborrables en su memoria sobre ese martes de gloria tanto para él como para sus compañeros en ese momento. 

Son las agallas de semejantes gladiadores las que alzan el trofeo. Son los tipos que se llevan puesto lo que tengan adelante los que festejan de cara a quienes cruzaron la Cordillera de los Andes para acompañarlos en esta gesta histórica. Son los impulsos de las glorias pasadas los que estimulan a los goleadores de la cita decisiva a empujar la pelota a la red para hacer posible la conquista del continente. Son Agustín Cejas, Oscar Martín, Roberto Perfumo, Alfio Basile, Rubén Díaz, Juan Carlos Rulli, Miguel Ángel Mori, Humberto Maschio, Joao Cardoso, Juan Carlos Cárdenas y Norberto Raffo los que gritan y se abrazan y se pellizcan para cerciorarse de que es cierto que Racing acaba de ganar de la Copa Libertadores. Es 29 de agosto de 1967 y la Academia toca el cielo con las manos. Once apellidos para la eternidad: Agustín Cejas, Oscar Martín, Roberto Perfumo, Alfio Basile, Rubén Díaz, Juan Carlos Rulli, Miguel Ángel Mori, Humberto Maschio, Joao Cardoso, Juan Carlos Cárdenas y Norberto Raffo. La fuerza para lograr, contra viento y marea, gritar y abrazarse y pellizcarse y festejar. La garantía de un lugar en lo más sagrado de nuestra memoria. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Sencillo: ese día, en la capital de Chile, obtuvieron la Copa Libertadores y le permitieron a la Academia conquistar el continente. 

Fueron 19 los clubes que participaron del certamen. Hubo una primera fase compuesta por tres grupos, de 5, 6 y 7 equipos cada uno. Peñarol, el dueño del título en la edición anterior, se incorporó en la siguiente rueda. En cada zona se enfrentaron todos contra todos. Racing compitió en el Grupo 2 con River, con Independiente Santa Fe, con Bolívar, con Deportivo Independiente Medellín y con 31 de Octubre. El conjunto de Juan José Pizzuti terminó primero luego de obtener ocho victorias, un empate y una caída. Con 19 tantos a favor y tan solo 7 en contra, los de Avellaneda se clasificaron para el Grupo 1 de la fase semifinal. 

No fue para nada sencillo el camino. La Academia debió disputar siete encuentros para alcanzar la final. Empató con River en Núñez y le ganó a Universitario en Perú; perdió con Universitario en el Cilindro y derrotó a Colo Colo en Chile; venció a Colo Colo en Avellaneda y superó a River de local. Al terminar con 9 puntos junto al conjunto peruano, no quedó más remedio que ir a un duelo decisivo que tuvo lugar el 18 de julio en el Estadio Nacional de Santiago de Chile. ¿Y entonces? Sí, la alegría fue celeste y blanca, por 2 a 1 y con dos gritos de Raffo. Nadie lo sabía en ese momento pero en ese mismo escenario se daría poco después el gran golpe.

La serie final frente a Nacional fue dura, durísima. La ida se disputó el 15 de agosto en el Estadio Presidente Perón y acabó 0 a 0. El mismo resultado se repitió el 25 de agosto en el Estadio Centenario. Y otra vez tocó volar a Santiago para definir la historia en 90 minutos. Y el coraje se hizo presente para darle a la Academia eso que tanto buscaba. A los 14 de la primera etapa, Cardoso abrió la cuenta para el equipo de José. Antes del descanso, exactamente a los 43, Raffo apareció para estampar el segundo. El descuento de Víctor Espárrago a poco del cierre le puso suspenso al desenlace. Pero Racing no la iba a dejar escapar. No. Y, a pura valentía, se aferró con uñas y con dientes a la Libertadores para dejar grabado nuevamente su nombre en las páginas gloriosas de este deporte.

“Los festejos fueron muy lindos. Tanto para la hinchada como para todos nosotros”, dice Maschio para luego darle forma a su relato: “A lo mejor a nivel de algarabía y de festejo le dimos más importancia por la cantidad de partidos que tuvimos que jugar para llegar al título, que por el título en sí. Fue una gesta muy difícil, pero la pudimos ganar. Además, cuando empatamos en Buenos Aires la gente no daba ni cinco centavos por nosotros, porque empatar o ganar en Montevideo era una proeza en ese tiempo. Pero empatamos y forzamos el tercer partido que nos dio el título. Pero sinceramente durante el desarrollo no pensábamos en salir campeones, sino que la íbamos jugando. Éramos un equipo muy jovial, muy tranquilo. Pero lo teníamos a Pizzuti al frente, que era el que siempre pensaba en todo”. Las palabras del Bocha encierran esa magia y esa tranquilidad que transmiten la experiencia de los años, junto al hecho de haber vivido acontecimientos únicos. Por eso es que no resulta para nada raro entender como recuerda hasta el día de hoy todos los detalles de aquella tarde legendaria en Santiago de Chile. Es que las hazañas permanencen por siempre en la memoria.

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(Racing Club) 

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